Todo empezó cuando mi abuela me olfateó con su supernaríz y me llamó.
Mi vida hubiera sido mucho mejor sin ese enorme aparato olfativo.
- Nena!- me gritó. Además de una supernaríz tenía unas supercuerdas vocales y yo, lamentablemente, no tenía las hiperorejas de mis padres. Así aunque apreté las manos sobre las mías, normales, y la escuché a un tono de voz normal.
- Acá te doy- dijo, tendiéndome una precompra - tu mandado del día.
Ufff... Por suerte eso me decía que era el único. Mi abuela podía ponerse irritante cuando quería...
Rápidamente me tomé el anticaminante (no quería que estuviera muy lleno) y llegué al supermercado.
La precompra solo decía una cosa:
"Prepullover"
Prepullover? Qué era eso?
Fui y le pregunté al vendedor.
El señor me miró raro. No me dijo nada, pero sus ojos me invitaban a desestar. Así que me desestuve.
Un rato después, caminando hacia la parada más próxima de anticaminante, me volví a preguntar qué habría querido decir.
Hace unos meses la internaron a mi superabu. Fui a visitarla.
Me arrimé a la cabecera de su cama y le pregunté, muy bajito, para que los médicos no escucharan:
-Qué es un prepullover, abuela?
Mi abuela sonrío y su supernaríz se infló.
-Lana, nena- me dijo en un suspiro.
Hubo un dessusurro (también llamado grito) y unos enfermeros me dijeron que me desestuviera. Yo me fui
Unos minutos después me dijeron que mi abuela ya no estaba. Ojalá le hubiera comprado el prepullover...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario