9 de julio de 2019

Cansado


Cansado.

  Cansado de caminar lentamente por el simple motivo del cansancio pleno que había llegado anteriormente en una acción repetitiva o nueva. Cansado de tener que estar parado, de tener que llevar consigo el peso de su pelo, ojos, boca… Todo recaía en él como más cansancio, un cansancio acumulativa que crecía cada vez más. Mientras más pensaba en eso, más lo sentía; mientras más lo sentía, más lo pensaba.

Cansado.

  Cansado de desear descansar, de querer dejar de estar cansado. Cansado de sentir ganas de sentarse, acostarse, dormir... Cansado de pensar que no tenía que tomarse un tiempo para hacerlo, de no tener un momento para quitarse el cansancio.

Cansado.

  Cansado de que sus pies estén en el suelo y su cabeza no, de no poder simplemente apoyarla en cualquier pared, piso, cama… Cansado como siempre, como todo el tiempo por el mismo tiempo. Cansado de tener que usar el cerebro para recordar que estaba cansado. Cansado de todo, de nada.

  Mira la oscuridad, con el cansancio de abrir los ojos y no sabe qué puede aparecer al iluminarla. Hubiese deseado una cama o tal vez un sillón, de última un almohadón, pero estaba cansado de desear. Sólo quería descansar un rato, un descanso que hasta él sabía que no debía permitírselo; quería muchas cosas, pero también estaba cansado de querer, en especial, de querer descansar.

  Sus pies lo sostienen, parados sobre la madera del suelo, da la sensación de que lo van a dejar caer, torciéndose y dejándolo tumbado. Sus brazos no cuelgan lo suficiente, la tensidad que utiliza para demostrar su bronca a través de la fuerza que lo hace cerrar los puños. Su cuerpo se encuentra encorvado, lleva la carga de todo el cansancio que alguna vez tuvo, muestra su increíble fuerza aún más que si llevara una tonelada material. Su depresivo rostro, por sólo pensar en su malestar, demuestra tristeza y abatimiento.

  Su brazo, finalmente, llega a la perilla. Sus dedos empiezan a girarla con fuerza sacada del interior del cuerpo. A medida que la habitación se va iluminando, lo hace también su rostro. El cansancio es tapado por la felicidad de todo lo que aparece ante su vista. Una sonrisa cubre la tristeza, no la deja olvidada, sólo la tapa.

  Entonces, paralizado por la alegría de la posibilidad de descansar, se olvida de que en un principio lo estaba. Mira todo el espacio como lo hace cada noche, aburrido de esa felicidad superficial que lleva cada vez que prende la luz. Con estos pensamientos, se da cuenta de que está cansado de todos los días quitarse el cansancio. Está cansado de estar cansado y de no estarlo. Simplemente, está cansado...
                                                                      cansado...
                                                                                       cansado...
                                                                                                                                                          cansado...
                                                                                                                                                                                            cansado...




1 comentario:

  1. El relato me trajo muchas sensaciones. Es muy surrealista. Sentimos el cansancio en el cuerpo y la mente.
    Me gusta mucho

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