29 de noviembre de 2019

El fin frente a mí

Recorro con la vista, con el tacto, con los sentimientos. Acompaño el movimiento, el camino; deslizo mis dedos por el terciopelo, las yemas se desprenden ligeramente de un espacio para saltar al continuo, las uñas no son una traba. Los pies me llevan, pero los ojos me guían, me guían por el rastro del recuerdo, por las huellas del olvido. Me concentro en el caminar, miro mi posición sin dejar de lado el lugar donde estoy, pienso que tal vez sea la última vez que lo haga. Me abrumo, comienzo a ir más lento, cada vez más, y más... Veo como sigue, no me desvanezco pero tampoco acelero. Pienso y recuerdo: la caída frágil del cabello, la abertura insípida de la boca, las sensaciones, los rincones... Todo, todo lo que recorrí, todo lo que viví desde que comencé este viaje; la cantidad de veces que me arrepentí no impiden que lo vuelva a hacer para arrepentirme de lo arrepentido, pero continúo, disfrutando por última vez lo último.
Doy un paso y lo veo, me doy cuenta, freno. El fin, el fin frente a mí El terciopelo se desvanece, se esfuma, desaparece. El suelo ya no es suelo, el aire ya no es aire. Miro hacia bajo, miro hacia arriba, hacia los costados. Miro, pero no veo nada, nada que indique que es el fin, nada que lo contradiga. Pienso en cómo me lo imaginaba, en los mitos, en las leyendas que ahora sé que eran falsas. Hallo diferencias, hallo igualdades. Recuerdo las trabas que tuve, que me pusieron, que me quitaron. 
Doy un paso más, estoy sobre algo rojo, algo quebradizo, algo húmedo. Mis pies tiemblan, mis manos no acompañan más el claro y deforme pastizal, las dejo caer, las dejo ser. 
Sigo, sigo un poco más y lo comprendo. Me inmovilizo y observo, observo lo inesperado, observo lo esperado. La llaman lengua, como la mía, como todas. Los llaman labios, como los míos, como todos. La humedad desaparece, se reseca la superficie, se quiebra, se vuelve blanquecina. La veo, se eleva y moja el labio, me moja, me lleva... Al momento de tocarme recuerdo todo, pienso en todo y en que quizás sea la última vez. Me habían dicho lo que tenía que hacer: agarrarme de la garganta. Me tomo entonces, de la pared rosácea. Trepo y lo veo, lo encuentro, encuentro el camino hacia allí. Lo llaman cerebro, como el mío, como todos. Después de seguir instrucciones, razones, llego. Y no es como dicen, no es como me lo imaginaba. El fin frente a mí, nuevamente. 
Es fácil: morder, mascaré un pedazo de cerebro, masticar y masticar. Luego viene escupir y esculpir. Modificar, crearé, sorprenderé con el principio de un principiante. Darle vida, darle instrucciones. Y, entonces, lo mandaré al inicio, al cabello, a la cabeza. 
Lo hago, le enseño. Le digo cómo funciona, como llegar a la cima. Le explico que tendrá que vivir, que esos somos: composiciones de cerebro que viven en lo que llaman mundo, y, que un día, va a tener que bajar, va atener que comenzar con el fin, con su fin. Lo envío y pienso, pienso en todo, en el fin que acabo de finalizar. Y me acuesto, me tiro, me desprendo. 
Nos llaman parásitos, pero somos más que eso. Somos el proceso cíclico del fin. La demolición del cerebro, de nuestro lugar. Nos apropiamos, lo formamos, lo transformamos. Y pienso, pienso en el inicio de nosotros, en el inicio de nuestra instalación, en el inicio de los parásitos. Pienso en el fin, pienso en el principio y, finalmente, el final del final ocurre. La mente se empieza a tornar en blanco, decido finalizar pensando en la muerte del hombre, pensando en que logramos el objetivo.

El sonido de la muerte

Un cadáver exquisito es un texto escrito por muchas personas, alguien escribe dos líneas y tapa la primera, de forma que la siguiente persona pueda leer sólo la segunda parte. A continuación, ella escribe otras dos líneas y tapa la segunda línea de la primera persona y su primera línea. El procedimiento se repite y, al leerlo, no damos cuenta del absurdo resultado.

Porque es así la muerte, no es nada muy importante, es más bien algo natural, pero no es para tanto. La llaman canto. Es algo extraño, que se usaba antes. Ahora, lo más parecido que hay es el ruido de la máquina, pero no es lo mismo.
En la prisión el sonido era más lindo, los prisioneros eran torturados y su grito era horrible y un ogro los vigilaba, impasible, en sus calabozos de la Gran Torre donde no vivía gran hombre y todo era normal, ni siquiera una avispa se adaptaba, por eso la construyeron, era esperada y esperaba. Y se movía velozmente. Estaba fabricada para volar en un planeta sin cielo y entonces su nave chocaba y mataba sin parar al explotar. Pero no pudo porque el valiente caballero lo fue a enfrentar montado en su blanco corcel con las crines al viento. Sintió la brisa que ni yo siento, y sonrió aunque sea en vano. Sonreír no sirve, montar no sirve, sentir no sirve, la vida, siempre termina siendo indistinta.

Cadáver exquisito original:


24 de noviembre de 2019

La despedida proyecta en el anillo tus sombras

La despedida proyecta en el anillo tus sombras
como una gran obra
sin nada de sobra
porque imaginarse el teatro, en el gran trato
puede hacerme olvidar, quizás
que mi partida, ni más
es la responsable de que vos estés acá
y mi oscuridad revuelve
buscando en donde poder posar
en donde me vas a mirar
y, luego, no me vas a recordar.

Todavía más feliz

Porque siempre le gustó, no hay otra razón, creo yo. Nadie le hizo una maldad ni el azar lo defraudó. Pero estaba en su instinto, todos los animales lo conservan y, él, no es la excepción: en su ser, en su mirada. Aunque por años tal vez le encantó, nunca lo hizo realmente. Lo cierto es que tuvo un inicio, y eso es lo que se debería preguntar, remplazando el "por qué" solitario, agregándole "empezó" o "se dio inicio", pero los humanos no son lo suficientemente listos para ocurrírseles tales cosas. Sin embargo, no tengo la certeza de lo que en verdad sucedió, pero los indicios me guían (espero que correctamente) a armar una hipótesis:
Esa mañana, al despertar, dio un brinco de su cama para caer directamente al suelo. El polvo blanquecino dio un salto a continuación y se colocó bordeando los objetos recientemente puestos. Sonrió, sí, pero no lo suficiente. Junto a él, una nota; bajo él, sangre, y, a pocos centímetros, el cadáver de alguien, alguien irreconocible para ojos adormecidos. Tal vez, si se hubiese levantado después, lo podría haber descubierto, pero la sorpresa lo llevó a huir con la intriga: "No por mucho madrugar se amanece más temprano".
Yo lo seguí. Después no volvió a estar triste, su felicidad aumentaba bruscamente. Pero, al margen de ello, sus hábitos no se alteraron. Simplemente adoptó la costumbre de salir por las noches, llevaba chocolates y traía, en cambio, frascos con dientes. Y eso, no me molestó al principio, pero empezó a olvidarse de mí, a dejarme sin comida, a no permitir que me acurrucara junto a sus piernas. Cuando ya se me borroneaba su imagen, aparecía nuevamente, apenas haciéndome recordarlo al último instante. Pero, me resultó extraño que su rostro sea cada vez más amplio, más inmenso, enorme...
Dudé por días, pero decidí seguirlo por la noche. Ya sospechaba yo que algo le echaba a la golosina que llevaba consigo, pero no me había imaginado que podría hacer desmayar a la gente. Creo, que el cadáver de aquel amanecer, despertó en él la idea de una alegría para evitar la tristeza y no halló mejor manera que ocultarla sino que sonriendo. Pero la pena crecía y sus dientes no le alcanzaban para aumentar su boca...
Aquella noche, volví resplandeciente por haber descubierto mi deber, al margen de que tal vez existan innumerables culpables de su felicidad. Aunque continué creyendo que mi hipótesis es la acertada, lo verdaderamente increíble fue el éxito de mi investigación. Opté, entonces, por alegrarme; pero mis bigotes lo impedían: impedían que mi mandíbula me dejase sonreír y, al quitarlos todos, descubrí la fascinación de realizar esta acción.Tanto así, que no me alcanzaba la dentadura...
Desde entonces, ambos salimos de noche para conseguir nuestra felicidad, sin embargo, él realiza en mí la tarea de coserme los dientes de otros gatos en mis encías. 


En este texto, la consigna era utilizar unos ingredientes determinados para su escritura:
-Al menos 5 palabras que empiecen con "B"
-Un gato inteligente
-Un refrán
-Carta de Propp
-Un personaje misterioso y/o terrorífico

27 de octubre de 2019

Fracaso

Comenzó con una pestaña que le molestaba, a causa de eso lo mantuvo cerrado , por mantenerlo cerrado no pudo ver, por no poder ver se cayó. Al caerse, se le rompió la zapatilla y al levantarse apoyo su mano en un adorno frágil. La zapatilla lo hizo tropezar, pero se vio amortiguado por la mesa de vidrio, arriba había un café que le dio un buen baño y decoró su peinado con porcelana. Los restos del mueble se le clavaron el brazo derecho y comenzó a sangrar. La sangre armó un charco en el suelo, lo que lo hizo resbalarse y llegó, así, hasta las escaleras. Rodó pero la porcelana le hizo marcas en todo el cuerpo. Llegó al pie de una lámpara y el vidrio de la bombilla no fue lo único que se rompió. La habitación quedó a oscuras y, cuando al fin se pudo parar, se chocó con la puerta por falta de luz. Se cayó, otra vez, y la manija de la puerta le rebotó en la cabeza. Al pararse, el zapato roto logró desgarrar la alfombrilla. Una parte de la alfombrilla llegó a desequilibrar un estante, el cual quedó en el suelo. En ese estante, había una pecera que se rompió y llenó todo de agua. Se bañó, nuevamente, pero fue distinto; el agua le sacó, al fin, la pestaña del ojo.

En este texto, la consigna era basarse en una carta de Propp y escribir con un límite de 5 minutos.

Complicidad

 «- No, no suponemos que responda que sí.
 «- ¿Cómo que no? Está más que obvio que va a responder que sí, yo lo conozco, es mi amigo no el tuyo.
 «- Aunque yo no lo conozca, trabajé años en esto... ya sabés... tengo experiencia.
 «- Bueno, pero no deberíamos ser pesimistas...
 «- Mirá, la propuesta que te tengo es simple: le decís que vaya al lugar acordado, si dice que sí listo. Si dice que no... si dice que no vas a tener que buscar la forma de convencerlo.
 «- ¿Y cómo lo convenzo?
 «- No sé, yo no me ocupo de eso, yo me ocupo de ponerle un gran seguro de vida a tu nombre y luego... bueno, digamos que me ocupo de hacernos ricos...
 «- Está bien, está bien. Ya había aceptado esa propuesta, pero supongamos de antemano que va a aceptar la invitación...
 «- Ese, es tu problema. Si no te ocupás de hacer que vaya, no vas a cobrar...
 «- Sí, sí, yo me ocupo.
 «- ¿Seguro, Lucas?
 «- Sí, segurísimo.
 «- Bueno, mañana a las seis.
-Le dije para despedirme, pero claramente tan seguro no estaba, por eso quería saber si conocés a Lucas.
-Sí, es un primo, no tan cercano, pero lo conozco.
- Bueno, la propuesta que te tengo es simple: le decís que vaya al lugar acordado, si dice que sí listo. Si dice que no... si dice que no vas a tener que buscar la forma de convencerlo.

En este texto, la consigna era basarse en una carta de Propp y escribir con un límite de 5 minutos.

11 de octubre de 2019

La gente que miró

Entonces, aquella mañana de frío invernal, me negué a mirar hacia los costados, hacia adelante, hacia atrás. Me negué a mirar, a girar la cabeza. Fijé mi vista en el techo, pero no estaba mirando, simplemente estaba pensando en no mirar.
Habían sido los sucesos, tal vez; los cuentos que inventaron, la gente que participó, que miró. Daba miedo, quizás, pensarlo, pero el problema más grave aún era mirarlo, luego, tenías que limitarte a cerrar la boca y recordar todo: los primeros días de invierno, la incertidumbre, la escena.
Pero yo estaba ahí, un par de semanas después. Me había obligado a ir, y a mirar, y ahora no me animaba. Es más: no entendía qué impulso fatal me había arrastrado ahí.
Solo el techo estaba limpio, desentendido del resto, mirándonos impune.
Sentía, tal vez, un deber moral.
Lo intenté, reiteradas veces, pero fue en vano. Sentía como una imposibilidad física, casi como una advertencia. Mi cuerpo me susurraba que no lo hiciera, que no mirara.
Al levantar la mirada, el cuello se me tensaba, se me nublaba la vista, me resbalaban los anteojos por la nariz, me corría frío por la espalda.
No sabía en realidad qué iba a ver. Tampoco sabía qué esperaba ver. Solo sabía que no podía.
Empecé a correr, sin rumbo, sin saber qué hacía. Mi cuerpo actuaba solo. El aire invernal me cortaba el rostro, la nieve acumulada me dificultaba la carrera. No sé por qué pero recuerdo que me inquietaba la nieve; me inquietaba dejar mis huellas impresas, como si algo me fuera a perseguir.
Seguí corriendo. Ya no miraba, ni siquiera veía nada. Los anteojos cayeron sobre la nieve.
Creo que los pisé, rompí un vidrio, quizás me clavé un vidrio. Recuerdo imaginar el vidrio en la nieve, estampado, pero no me atreví a mirar.
Mi cuerpo -si ya no lo había hecho metros atrás- dejó de responderme.
Corría de mi misma, de mi miedo, de la obligación de mirar, sentía miedo, mucho miedo. No tenía nada claro.
Y de pronto, mi cuerpo se detuvo, dejó de correr.
No por voluntad mía, fue decisión suya.
Y miré.

Este texto fue escrito con una variante del "Cadáver exquisito": entre Emilia, Emma y Martina se fue pasando una hoja y cada una escribía un tercio del relato. La primera comenzaba con una situación inicial de terror y las siguientes debían continuar la idea original.

4 de octubre de 2019

Rodolfo


Rodolfo, nuestro gato, estaba raro, tenso. Él, gato de raza, el único lujo que teníamos, era el típico gato burgués que miraba pasar la vida bajo su atenta mirada celeste.
No sé cuándo empezó, pero en mayo ya no se hablaba de otro tema en la mesa.
-Está nervioso, inquieto, se sobresalta cuando llego del trabajo- decía mi mamá.
-Los gatos perciben más cosas que los humanos, es un hecho- repetía Bianca, generalmente gesticulando con el tenedor.
-Creo que perciben fantasmas- agregaba yo. Antes me comportaba escéptico ante la mera mención de sucesos sobrenaturales, espíritus, todas esas pavadas que no existían y su única utilidad era alimentar la industria del cine, de la literatura, del terror.
Pero ahora ya no sabía que pensar.
Rodolfo siempre había sido un gato orgulloso, peludo, con el pelaje lustroso, suave, casi de seda. Tenía buen porte, se sentaba erguido, con la cola enrollada alrededor suyo, sobre un sillón de pana que parecía incluso más suave que él. Pero cuando su ánimo cambió, no sé si abruptamente o de manera gradual pero no pude percibir las primeras anormalidades, también lo hizo su cuerpo.
Llegué a pensar, por influencia de mis amigos, que en verdad se trataban de espíritus que rondaban por la casa, pero me convencieron sólo por un tiempo, ya que luego comprendí que no era posible.
Cuando me levanté ese día no quedaban rastros de su pelaje, de su suavidad. El sillón de pana estaba impecable…
-¿Dónde está Rodolfo?- fue la primera reacción, que se dio en mi mamá y, ahí, me di cuenta: no estaba.
Fui a buscar a Bianca, revisamos en casa, definitivamente no estaba allí. Fuimos a preguntar por el barrio con una foto que habíamos encontrado, pero los vecinos más próximos no eran de gran ayuda. Entonces, dejamos de ir a las casas de gente despistada, distraída, y comenzamos a preguntar a conocidos, con hogares más lejanos, pero conocido igual.
-¿Un gato? ¿Ustedes?- dijo la tía Maite.
- Si sus padres me lo permiten, yo no tengo problema en buscar un gatito para regalarles, si es lo que quieren.
-¿Esto es una broma?
-Nunca tuvieron un gato.
Nunca tuvimos un gato…
Los gatos, tal vez perciban espíritus, pero Rodolfo no veía fantasmas, no sólo veía fantasmas… Ya le veía yo los ojos demasiado celestes y traslúcidos.


Este texto fue escrito con una variante del "Cadáver exquisito": entre Emilia, Emma y Martina se fue pasando una hoja y cada una escribía un tercio del relato. La primera comenzaba con una situación inicial de terror y las siguientes debían continuar la idea original.

19 de agosto de 2019

Juliette

Con el frío golpeandole la cara caminó hacia la parada del colectivo.
Haciendo el increíble sacrificio de sacar las manos de los bolsillos se puso el gorro. Era de su abuela.
Le gustaba imaginarsela con ese  gorro en un barco, sentada, con la mirada perdida, portando una enorme valija de cuero y viajando hacia Argentina. Su abuela había emigrado de Francia, cuando su mamá tenía apenas tres meses.
Juliette estaba tan abstraída que casi se le va el colectivo. Llegó a pararlo justo antes de que se fuera.
Su viaje matutino duraba aproximadamente una hora.
Se limitaba a observar por la ventana; veía la ciudad amanecer, cómo la gente empezaba a colmar las calles desérticas con ojos de noche que se disolvió en mañana, de sueño, a veces de canción de cuna.
Miraba a las personas que se subían al colectivo, casi todas con los cachetes rojos por el frío.
A veces se dormía. Le gustaría conocer a su abuela, pensaba, en una vigilia entremezclada con sueño.
Juliette trabajaba en una disquería. Cuando la vio alejarse por la ventanilla supo que se había pasado de su parada.
Con pasos alborotados se acercó a la puerta y esperó a que el colectivo se detuviera.
A las ocho abrió el local. Cambió el cartel de "cerrado" por el de "abierto", encendió la calefacción , se hizo un té y prendió la radio.
Afuera veía el ajetreo de la calle Corrientes, llena de gente que de vez en cuando entraba a la disquería.
Escuchó un teléfono y corrió a la sala del fondo, donde estaba ubicado el aparato.
Era su hermana. Hablaron un rato, riendose y haciendose compañía.
Quince minutos después escuchó un tintineo, proveniente de la puerta, y colgó el teléfono.
Era una mujer de pelo enrulado y mirada ausente. Le pidió un disco que no tenía. Se fue.
Después de cerrar la puerta, Juliette empezó a hacer un boceto de esa mujer.
Le gustaba dibujar, plasmar un poco de esa realidad que vivía para, quizás, hacerla más ficticia.
Lo hacía muy bien, y quería dedicarse a eso en un futuro cercano, lo más cercano posible.
Cuando terminó el boceto lo miró desde varios ángulos.
Se rió.
                                                               *******
Doblé la fotografía al medio y la guardé en el bolsillo.
Me imanginé a Juliette. Sin la apoyatura de la foto era difícil, pero aún sentía su sonrisa flotando en el aire.
Abrí mi mochila y saqué una lapicera y un bloc. Empecé a escribir.
Sentía a Juliette en cada palabra. Era un buen personaje, lleno de vida, de personalidad.
Quizás un cuento, una novela, una poesía... algo iba cobrando vida en el papel, todavía no sabía qué.
Cuando despegué la vista del manuscrito y miré por la ventana creí ver, pasando en otro colectivo como en el que yo estaba, a Juliette.
Me sonrió.
Foto de Judith Rodríguez

Diccionario

Soldado: punto topográfico de los valles del este en el que el astro rey, debido a leyes astronómicas, presenta la forma de un cubo.
Tomate: pequeño recipiente redondo encontrado por arqueologos perteneciente a la era de los dinosaurios que representaba toda una tradición en la vida de estos reptiles. Bajo un místico ritual introducían en el tomate una fruta roja y vertían agua hirviendo. Esto evolucionó en lo que se conoce actualmente como mate.
Cerrojo: cerro de la provincia de Velztein que se tiñió, por la maldición de un gnomo, de rojo.
Consuelo: moretón que causa un golpe fuerte o ligero contra una superficie dura como el piso.
2) En la mitología griega, diosa de las profundidades, hermana de Contecho, diosa de las alturas.
Pantalón: nombre coloquial de una parte de la anatomía osuna ubicada cerca del talón donde la piel se mantiene siempre cálida, esponjosa y dorada.
Anteojo: nombre con el que se conocía antigüamente al globo ocular.
Persiana: símil a cortina pero más pesada y con otro mecanismo, aunque con la misma función de ocultar secretos al exterior. Etimológicamente, la persiana se llama así por la diosa persa de los secretos, Ana.
Cachivache: se llama así a medio bache (es coloquial; "cachi" referencia a "cacho", que coloquialmente significa "parte" o "fracción")

9 de agosto de 2019

Sueño desde vaca

Sueño desde vaca
    que sus manchas cambian
                                 se transforman,
                                                       se ocultan
                                                                        desaparecen
                                                                                                ...          



Según quien lo vea

Oro según gorra
gorra según oro
nadie según alguien
pero alguien, según yo,
no tiene gorra, no tiene oro
ni mucho menos,
alguien a quien valore.

Dedo con té

Dedo con té
pero sin un porqué
la taza rota no está
y el pie aún por lavar
pero dedo con té, igual

Camino sin teclado

Camino sin teclado
sin dejar de lado
hasta que, al fin,
logro desenchufar
y todo vuelve a la normalidad

Cuando está triste

Mantel contra abatimiento
mientras ella llora
aunque quizás, la mesa desnuda
llore aún más.

¿Quién eres?

Busca descanso
piensa en un manso regazo
y dime quién eres, 
con cariño, como un niño
porque ya no vale el más allá
ya no hay razón
no hay motivo
afuera es un viento
es la única solución, 
te digo que no te miento
¿Quién eres?
que tarde o temprano el tiempo acabará
y hoy, yo tal vez, te pueda ayudar

Empezar de nuevo

Sólo a veces existe un divino presagio
cuando parece no haberlo
cuando se asemeja a un plagio
por todas las murallas
por todos los caminos
que sin apariencia
me llevan al olvido
y reaparezco en decadencia
hundida en direcciones
mientras cierro los ojos
pensado en después
creyendo en lo que viene, porque
la luz no lleva miedo
no lleva alegría
arrebata todo
sin pensar en la vida
Entonces, lo que hay que hacer
lo que ella quiere hacer
sin descuido, con sigilo
es caer en el abismo,
olvidarse de todo lo mismo.
Pero recuerda, sin urgencia,
encuentra de nuevo tus manos
y podrás eliminar todo lo que hiciste en vano.


3 de agosto de 2019

Mi gata perfecta

           ~A Popi~

Sí, definitivamente sí. No hay duda de que superaba al resto con su increíble inteligencia, con su maravillosa ternura, asombrosa elegancia y perfecta lindura. Caminaba en puntas de pie, moviendo cada pelo mientras desfilaba. Saltaba lo justo y necesario, siempre caía en equilibrio. No cazaba, comía lo que debía, no se olvidaba jamás de tomar agua. Ojos amarillo opaco, acorazonado hocico color rosado, peso exacto, uñas idealmente cortadas, pelaje suave y bellísimo… Su cuerpo, blanco como la nieve, era tan brillante que servía como linterna en la oscuridad de la noche. Ninguna enfermedad, sin ceguera, sin sordera. Te entendía cuando le hablabas, seguramente sabía nuestro idioma humano pero no lo utilizaba porque era tan bueno que no deseaba presumir; utilizaba su suave maullido aún mejor que el promedio. Por las tardes, te recibía sentada en la puerta, se acostaba como una bola perfecta en tus piernas a la hora de dormir.



Rojo, rojo intenso, profundo rojo. Pelaje empapado. Pupilas dilatadas, teñidas de noche, mirando un punto fijo; el iris acompañaba en el borde dando un escalofriante aspecto. Bigotes caídos al ras del suelo, nariz seca. Cola y patas tiradas, sin ánimo, sin fuerzas para volver a moverse alguna vez. Músculos petrificados, estómago hinchado, boca semiabierta, mente en blanco, corazón inmóvil…
Ojos que nunca más iban a cerrarse, que nunca más iban a verme sonreír. Hocico que nunca más iba a olerme, bigotes que nunca más iban a guiarla, músculos que nunca más iban a moverse ni dejarla caminar, boca que nunca más podría comer, corazón que nunca más iba a latir, mente que nunca más iba a funcionar, no permitiría alegrarla, entristecerla, sentir, pensar, soñar, ni dejarme ser feliz…



Al otro lo trajeron poco tiempo después, aún no me había recompuesto por la muerte de mi hermosa gata. En aquel momento, te podría haber descripto indudablemente todos sus defectos, porque sí: no era un gato que se adecuaba al término “lindo”. Tenía un pelaje irregular y áspero, con manchas de todos los tones de marrón y negro, el resto era de un blanco muy distinto a la nieve, un blanco con aspecto de suciedad constante. Saltaba agitando sus patas para intentar cazar una mosca, aunque la intención estaba, nunca lo lograba y rara vez caía correctamente. Su falta de audición no le permitía maullar correctamente, su gran apetito lo hacía engordar cada vez más, su mente se olvidaba de darle al cuerpo la señal de beber agua. Golpes eran sus pasos en el piso de madera, como si golpeara un tambor. No te recibía por las tardes, se quedaba durmiendo; por las noches no se acercaba a mis pies: salía por la ventana del baño, intentando pasar su panza, y recorría quién sabe qué parte de la ciudad. Era un gato feo, un gato aún peor que el resto. Me miraba con sus perlas doradas e intentaba decirme algo, yo giraba la cabeza, pero lo único que me importaba era que parara con sus alaridos agudos e insoportables que no me dejaban tranquilo. No era educado ni fino, parecía que no le importaba nada, hacía lo que quería sin seguir indicaciones de su dueño.
Tal vez, en ese entonces, hubiese querido abandonarlo, sacarlo de mi casa. Se me pasó por la cabeza millones de ideas de como realizarlo, entre las que se encontraban simplemente tirarlo en la ruta o regalarlo a una familia que lo aprecie. Yo no lo quería, no me gustaba pasar tiempo con él, no aguantaba todos sus defectos, estaba demasiado acostumbrado a la bella gata blanca.
Un día, se me acercó y se subió a mi falda mientras yo leía el diario. A continuación, intentó sin éxito acostarse en las hojas de papel, luego quiso romperlas, tirarlas… Yo sólo me enojé, empecé a gritarlo y a pegarle con las noticias del domingo. No entendía cuál era la razón para tremendo acto, si no era simplemente molestarme. Me olvidé del hecho en poco tiempo, pero no pude evitar recordarlo cuando al domingo siguiente se volvió a repetir el mismo suceso. Semana tras semana, el gato intentaba fastidiarme cada vez más. No supe que hacer, estuve una larga tarde de sábado pensando una solución, pero no encontré nada digno. Seguí intentando hasta que el día pasó y nuevamente me encontraba con el animal intentando de todo. No me enojé esta vez, lo dejé seguir para ver hasta que grado de irritación quería que llegara; pero, para mi sorpresa, cuando empecé a mirar lo que realizaba, salió de mis piernas y se sentó en el suelo, me miró y trató de maullar. Anonadada, lo observé, saqué mi mano que señalaba los renglones del periódico para que no me perdiera, la bajé y la pasé por su lomo.



Ronroneo, ronroneo fuerte. Ronroneo cada día, cada hora, todo el tiempo.
Tardé en comprenderlo, bastante, pero finalmente entendí lo que trataba de decirme silenciosamente. Hasta hoy me arrepiento por la ignorancia que tuve cuando lo vi por primera vez, no sé como disculparme… Por más de su falta de atractivo físico, era una gato, un gato como cualquier otro. Lo transformé en un animal hermoso, con una dosis de mimos y caricias. Logré que deje de ser un felino más feo que lo común, lo empecé a ver como inédito y original. Sus ojos dorados, maravillosas joyas; sus bigotes y hocico deformes, únicos; dificultad para escuchar, mejor felicidad al observar; torpe ruido al caminar, música en vivo para mí; desequilibrio al intentar cazar, la mosca se salvaba y él se divertía. Y sí, aunque su pelaje no era blanco y prolijo, era un cuadro viviente, una obra de arte que tenía la suerte de ver cada semana. Entendí y acepté su belleza, distinta a las demás. Aprendí a leer cada vez el diario bajo su majestuosa y extravagante cola, a acariciarlo a cada rato, a ayudarlo a recordar que tenía que tomar agua, que no tenía que comer tanto, a mimarlo y cuidarlo. Aprendí a hacerlo ronronear. Me enseñó a quererlo, yo, aprendí a amarlo.

Ge


Gente grandiosa:
Guárdenme golosinas grandes, gelatinosas.
Golosinas gorda, gigantosas.
Golosinas garabateadas, graciosamente gozadas.
Grageas gustosas, gratis, gratinadas.
Griegas, gringas, galácticas.
Grandiosamente gustosas, gramos, gramos, gramos golosinosos…
Gracias golosos, golfistas, ginecólogos: glorias gigantes ganaran.
Gracias, generosa gente.


En este texto, la consigna era utilizar palabras con la misma letra al comienzo

Carta, Camila, carta...

                                                                                                          cuatro, canadá, 4019

Camila:
             Cuando cantes canciones, cantalas correctamente. Cada compás con corcheas, cantalo con corcheas ¡Con cuadradas cantás!
             Cuando cuentes cuantos caramelos compraste, ¡caramba! ¿cinco cuestan cincuenta, cuatro cuestan catorce? Casi cuarenta caeran cuando cobres...
              Cuando camines con calzado catastrófico, calambres carecerás, ¿conmigo contarás?
              Cuando comas comida con cucarachas, como calabazas, con cara casi contorsionada: calmate, compraste calamidades.
Claro, con cosas cariñosas comprenderás como contestar correctamente con cosas catastróficas...¿Comprendés?
Cariños
Candelaria


En este texto, la consigna era utilizar palabras con la misma letra al comienzo

Vacas de colores y un tigre

Un cadáver exquisito es un texto escrito por muchas personas, alguien escribe dos líneas y tapa la primera, de forma que la siguiente persona pueda leer sólo la segunda parte. A continuación, ella escribe otras dos líneas y tapa la segunda línea de la primera persona y su primera línea. El procedimiento se repite y, al leerlo, no damos cuenta del absurdo resultado.
Había una vez un grupo de personas que no entendían la consigna, pero lo estaban pasando bien! Porque el día anterior habían analizado todos los errores posibles y encontraron solución a todo (hasta ponerle los zapatos al pez), eso puede ser el mejor invento que existió y también estaba el zapato a las vacas! Me mugían, les acaricié las cabezas, manchadas en blanco y negro pero después se bañaron y sus cabezas se volvieron violeta flúor chillón, hasta que lo vio mejor y se dio cuenta de que era color jade... Esas cosas confunden, ¿no? Sí, era muy confundido, pero la confusión era porque había un tigre que complicó todo ¿De dónde habría salido? ¿Alguna broma? ¿Algún gracioso? O, por lo menos, se creía gracioso. Nadie que cometiera semejante violencia sería "gracioso". Así que, furioso, se tiró por el balcón.


Cadáver exquisito original:



En busca de...¿Alguien?¿Algo?¿Un tigre?

Un cadáver exquisito es un texto escrito por muchas personas, alguien escribe dos líneas y tapa la primera, de forma que la siguiente persona pueda leer sólo la segunda parte. A continuación, ella escribe otras dos líneas y tapa la segunda línea de la primera persona y su primera línea. El procedimiento se repite y, al leerlo, no damos cuenta del absurdo resultado.
Había una vez una lapicera azul que quería ser de color negro, pero nadie que ella conocía lo podía lograr. Era muy lejos donde estaba y no me acuerdo que era...Creo que era un copo de nieve, blanco como el pelaje de un lobo, o una gota de lluvia, quizás, quizás... Pero no llovió, es más, hubo una sequía y el pueblo quedó sediento, entonces decidieron hacer jugo de maracuyá y salieron a buscar en cada calle. Finalmente, lo encontraron, pero cuando lo encontraron había un tigre con él ¡Qué sorpresa! ¿De dónde había salido? ¿Podría ser de otro territorio? Tal vez sí, se dijo, pero luego solamente dejó de pensar en territorios y se centró en respirar... Inhalo, exhalo, ohm, feush, ya está.



Cadáver exquisito original:



25 de julio de 2019

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En este texto la consigna era utilizar palabras aleatorias, en este caso son: arte- infernal- desafiar- manso- persistir- talco- burdo- revelar- sencillo- cortar- viñedo


el viñedo infernal
de uvas exuberantes
de burdo arte
te inflama

con su talco de manso tejedor
no te va a revelar nunca a vos
el sencillo interruptor para cortar
esa blanda conciencia tuya

¿vas a persistir en desafiar 
tu pasión vana,
su ferocidad atroz?
permitime desconfiar

24 de julio de 2019

La gatigre se colimueve


Minuspera! Antes vemire la colpata de la gatigre color marnaranja. La feliumal tiene el chiabribuzo que le coshizo la maduemia. La gatigre está susrespirando con fatifuerza, regomira al cachierro y grimaulla, colimoviéndose.

Un prisionero hacia esas islas turbulentas

-¡Parley!
-Yo soy el capitán, ¿no ves mi bicornio?
-Por favor, por el código...
-¡Bocasucia! Osas invocar al código.
-Sé de un lugar con un gran tesoro. Con aguas abiertas para el contrabando, ideal para la conquista. Un lugar adonde España, Inglaterra y Francia no se atreven a acercarse.
-No navego el Caribe hace años para que un barril de ron me lleve con las pirañas de la Corona.
-Lo juro por mi pata de palo que no habrá corsarios ni cañones aguardando. Acá no hay más que ratas, salazón y viejas latas. Ni se escucha "al abordaje" hace tiempo, ni se canta el himno entre botellas de ron.
-¡Suficiente! Una calumnia más y tu destino será la plancha. ¿Cómo es ese lugar del que dices saber?
-Cuentan que Portugal mandó a sus mejores corsarios a las islas más rodeadas de mitos de los Siete Mares. Con el astrolabio y el compás pudieron ubicarlas y desembarcaron en ellas con el afán del oro y la brujería. Y los hallaron, por Dios que sí. La sola visión del cofre los embriagó y como animales salvajes se le lanzaron encima. Cada parte que tocó lo que allí había fue picada. En lugar de obtener el galardón prometido, les sobrevino algo peor que la muerte: sus almas pintadas de codicia gritan en la noche.
-¡Piñatas! Si no tuviera un parche en el ojo diría que no termino de visualizar la situación. Mis hombres van a amotinarse y no les faltarán motivos. ¡Con tus palabras matas a toda la tripulación! Que ese líquido inmundo que catas te envenene las entrañas, que jamás te batas en duelo con un contrincante digno, infame, sanguijuela. ¡Parley pide!
-Espere, espere. ¿Ve este pañuelo? Es de esas islas. Es el pasaje de entrada, el escudo, el antídoto. Claro que hay otros precios, pero estoy seguro de que se pueden afrontar. Mi pierna, ahora pura madera, ya costeó parte del viaje.
-Pues bien, alcanzadme mi catalejo, vigilen la brújula, icen las velas, a sotavento, carguen con  pólvora los cañones, ¡a levar anclas!






Cuento hecho a partir de la constelación "Pirata": https://odatalleristas.blogspot.com/2019/07/constelacion-de-palabras-relacionadas.html

Constelación de palabras relacionadas con piratas

PIRATAS

pirañas                                    piñatas                                           pintadas                              picadas       

ratas                 matas                    catas                 batas             datas              patas                latas


Caribe            corsarios           cañones            España Inglaterra y Francia           corona            botín    


amotinarse         código         parley          cofre         tesoro         contrabando         ron        muerte    
  

 himno              galardón           catalejo        pólvora            conquista         aguas abiertas           mitos 


                 pata de palo                 parche              pañuelo           bicornio            brújula astrolabio   


     compás         sotavento         levar anclas         bocasucia         abordaje           salazón       barriles


Conjunto de palabras que se relacionan de cierto modo con Piratas

Mañana sabemos qué hacer

  Alma Mipiuac está cada vez más insoportable. Cuando llegó el primer día su tapado peludo me dio repulsión, pero se veía tan aniñada que dejé mis prejuicios de lado.
  Recién en el almuerzo pude hablar con ella. Para qué: se sentó insultando la calidad de la comida, pidió que corriera mi saco porque estaba incómoda, le dijo a la buena de Claudia que no hiciera ese ruido al masticar y, finalmente, se sumió en un silencio hosco que duró hasta que, después de aclararse la garganta, comentó que, a pesar de lo que le habían dicho, yo parecía bastante razonable.
  Volvimos a la oficina y, por curiosear, me asomé a su piso. La vi a Alma caminar con la cabeza alta hacia su escritorio, donde desapareció tras una pila de cosas que había esparcido a su alrededor.
  A los días, la gente de su piso se había ido mudando a otros escritorios y el de Alma Mipiuac parecía una isla. Escuché decir que era muy eficiente, pero que absorbía el buen humor de todas las personas que se le acercaban.
  Intenté aguantarla en los almuerzos para que no estuviera tan sola, pero me convertí en el blanco de comentarios que fueron minando mi ánimo.
  Estamos hasta la coronilla de verla llegar todos los días con su andar condescendiente, su cara demacrada torcida en una sonrisa agria, sus ojos fríos y vacíos y su cuerpito frágil protegido por ese asqueroso tapado peludo.





El mipiuac es un bípedo peliplumífero de las selvas subtropicales de Revillodlandia. Para leer su descripción, vaya a este link: https://odatalleristas.blogspot.com/2019/07/mipiuac.html

Pasa naranja

-Marta, hablá para la cámara.
-Ah, ya basta.
-Pará, flaca. Captá la alta plata gastada acá.
-Armás alharaca para nada, man.
-Hablá, Marta, hablá para la marca, anda ya.
-¿Amás a la marca? Tantas ganas, tantas caras alababa, tan clara la trampa...
-Ah, andás mala.
-¡Harta, jamás mala! Las cámaras mandan calabaza barata, rara. ¡Harta! La plana llama a ratas a la casa, hablan pavadas mal. La CABA la ama a matar. ¡Harta!

En este texto, la consigna era utilizar sólo palabras que contengan la letra "A" como única vocal

Ramíro Canagüigón

  Se despertó después de 48 horas de sueño, acalorado, a pesar de la ventana abierta, el ventilador y los 9° que hacía afuera. La luz le dificultó la vista. Cuando finalmente pudo abrir por completo los ojos, tanteó en la mesa de luz y miró el reloj. La una y media del mediodía.
No se había puesto alarma porque se dijo que, tras noches durmiendo solo dieciséis horas, y exhaustivos días soportando las consecuencias, debía descansar, dormir -al menos una noche- decentemente.
  Pero se había despertado temprano de todos modos.
  De un salto abandonó la cama y atravesó la habitación.
  Cuando sus suaves pasos llegaron a la cocina, subió las persianas y abrió el ventanal que daba a la hermosa montaña. El aire y la luz del invierno se filtraron en la casa. Luego escuchó una voz en la sala.
  Se alejó del ventanal, los ojos entrecerrados, el pelo rubio revuelto, el piyama improvisado dos días antes, y con pasos ligeros, que casi no resonaban en la gastada madera, siguió a la voz. Provenía del teléfono.
  -Tienes ocho nuevos mensajes. Pulsa "play" para escucharlos. Tienes ocho nuevos mensajes. Pulsa "play"...
  Quizás eso lo había arrancado del sueño.
  Apretó la tecla.
  -Hola Rami- la voz suave de su hermana mayor resonó en la sala. Él prestó oído- Me gustaría verte uno de éstos días. ¿Cómo estás? ¿Cómo te trata el frío? Ahí en la montaña debe estar terrible. En fin...venite un día a la ciudad y hacemos un asado o algo. Dale copate- la voz en el teléfono hizo una pausa- bueno- prosiguió como quien duda de lo que está diciendo- nos vemos....te quiero
  "Tuuuuuu" el ruido finalizó el mensaje. Enseguida comenzó otro:
-Campeón, ¿el viernes venís a la final de fútbol? Pablo ya consiguió entradas. No te olvides la camiseta, ¿eh?- su amigo se rió- Van a estar  Pablo, Cacho, Mercedes, Luli, Laura, Juancho y yo.
  "Tuuuuuuu"-Hola, querido-esta voz era muy distinta a la anterior, más cálida, lenta, cariñosa, menos emocionada. Y así era la persona que la emitía; como un abrazo. La voz de su abuela resonó en la sala- ¿Cómo estás? Escuchame, te quería preguntar si para tu cumple habías planeado algo...-Ah, su cumple. Ramiro se había olvidado. Miró el almanaque. Faltaban dos días.- Susana me recomendó un restaurante buenísimo, ahí por donde fuimos al museo aquella vez.... Bueno, avísame y yo hago la reserva, ¿te parece? Beso grande.
  "Tuuuuuu"
  Los mensajes siguieron un rato más.
  Ramiro fue al baño. Su reflejo le mostraba a un tipo rubio, desgarbado y flacucho.
Se vistió y preparó una mochila con unas pocas cosas: un reloj, cinco mudas de ropa, un libro y un cuaderno.
  Abrió el ventanal. Puso un banquito para poder treparse al alféizar y una vez ahí, saltó hacia afuera, atravesando cinco metros llenos de adrenalina y aterrizando en un pasto suave, en sus dos pies, como si solo se tratara de bajar un escalón.
  El pasto, tras 48 horas de sueño, le resultó suave y agradable. Ramiro sonrió.

-(Guión)

  Hacía mucho frío, así que Nancy se puso su híperpullover favorito, el naranja y amarillo. El prefrío de ese año había sido muy breve y ella no se sentía lista para salir a la calle. Sin embargo abrió la puerta y se enfrentó al cruel, gélido viento desnariz. Miró a su alrededor con los ojos lagrimeantes entornados y sacó del bolsillo de su sobretodo la interbebida de ese día: té rojo con miel.
  Empezó a andar de espalda al viento mirando a los subgatos ocasionales con pena y desgano. En un momento estuvo a punto de tropezar porque se le cruzó una transpaloma, pero aparte de eso la caminata fue incluso más insulsa que las rutinarias,
  Cuando estaba llegando a la zona de superedificios, Nancy sacó un papel con la dirección anotada y apuró un poco el paso.
  Entró y subió en ascensor los 540 pisos sonriente, hasta llegar a la descomunal terraza donde la esperaba un triavión.
  En el cuerpo izquierdo del transporte le pidieron el pasaje y la guiaron a un cómodo asiento violeta donde, con la expresión más feliz que pudiera imaginarse, escuchó al capitán decir: tengan una exótica y catastrófica bienllegada al No-encuentro de la antipalabra.

Mipiuac

Bípedo peliplumífero de carácter irascible de las selvas subtropicales.
Croquis del primer mipiuac encontrado

  Este animal, perteneciente a la familia de los demifelinos, habita las frondosas selvas subtropicales de Revillodlandia, en las copas más espesas de las acacias.
  El mipiuac es sigiloso y solitario. No forma manadas, al contrario: si se encuentra con otro animal, sin importar la especie, disfruta de atacarlo de la forma más sutil posible.
  Es omnívoro, pero suele comerse a las aves del árbol donde habita. De hecho, cuando un mipiuac busca asentamiento considera la cantidad de animales presentes en el lugar y lleva a cabo una "limpieza".
  Excepto en esas ocasiones, suele alimentarse con pocas hojas y ramas que estén a su alcance.
  Los mipiuac son difíciles de avistar por su hostilidad pero es extremadamente sencillo localizarlos: no hay otras acacias silenciosas en las selvas subtropicales.



En un encuentro leímos y jugamos con el Animalario Universal del profesor Revillod. A su manera, escribimos estas descripciones exóticas.

15 de julio de 2019

Creo que te odio

-¡Qué sea la última vez que vos, hijo de adoquín, te pases de papanatas, cabeza de sapo aserruchado, falto de cereza para el pastel que no tenés pies de gorila. Dejá de ser un Neanderthal, bestia atropellamuebles. Pedazo de mequetrefe redondo como un blandengue, zapallo malhumorado, sos un queso con vinagre yeti chupasangre. Estás hecho todo un tuberculo agrio sin raíz!
-PERDON.

Mi subnoche

  -No sabés, mientras venía me encontré con Roberto que paseaba a su trigato por la hiperplaza. Me dijo que sus amigos le dijeron que vos y él eran novios a lo que yo respondí desconcertado que esa afirmación era una reverenda antiverdad ya que yo sé que vos estás en pareja con Federico, después seguimos charlando sobre la megaola de interfrio que estamos pasando y de otras cosas.
   Luego, crucé la hiperplaza en un superauto y seguí caminando ochenta y ocho minicuadras hasta que, mientras pasaba por un superantiedificio (un rascasuelo), vi pasar un desdinosaurio que aleteaba como loco porque vio un puñado de semillas esparcidas por el suelo. Me acerqué para sacarle una foto porque es una especie en peligro.
   Cuando, después de caminar unas cuadras, llegue al transaeropuerto me tomé el que me dejaba más cerca. Una vez que llegué empecé a caminar hasta este café y después entré y te vi. 
  Cuando me vaya, voy a ir al desdoctor para que me desmejore mi desdichada  desenfermedad.   

13 de julio de 2019

La máquina de hacer titulos

En este texto, la consigna era inventar títulos para ponerles a futuros cuentos/poesías:

Julia:

- Luz
- Oscuridad
- Bajo la Tierra
- El Sabor de la Venganza
- La Muerte no tiene forma
- Sin ver
- Basta para mí, basta para todos
- Amor en el aire
- Se avecinan traiciones
- Un semiamigo
- Detrás de la puerta
- Partida
- Aventura
- Regreso
- Si el odio se viera...
- Desde el centro de la tierra
- Desde el infierno hasta el cielo
- ¿A dónde vas?
- Más que mil palabras
- No lo sé
- ¿Qué pasará?
- Té de medianoche
- Cuando los espíritus se muestran
- Una hora hasta que pase
- 3, 2, 1...
-  ¿Cuándo te vas a dar cuenta?

Martín

-Las peculiares gemelas
-La casa de las tres torres
-Estrella
-La tía esta muerta
-El sexto día
-Solsticio
-Invierno infernal
-La chimenea fría
-Agua ceca
-La casa en las estrellas
-Muerte en el mar
-Salado
-Feliz venganza
-Días de muerte
-Semana muerta
-La casa de chocolate

Martina:

-El relámpago de las cinco
-Entonces corré
-Abrir regalos
-A quien corresponda
-Un rectángulo rosa flúo
-Llevá llaves
-La cara que pusiste

Emilia:

-Bajo las pestañas
-Aunque quisiera
-Cerradamente con la mente abierta
-Antes de prender la luz
-Tres gotas de leche y sin azúcar
-Por una pared
-Más vale mil pájaros volando
-Aunque no llueva
-Pasame las pasas de uva pasadas

Desvaríos de una loca

Declara la vieja:

  ¿Por qué?
  No es justo. Para nada.
  Solamente ver un par de ovejas verdes y te traen acá.
  No es que me queje. No! Nunca hay que confundir una queja con una opinión, no señor presidente. Son cosas diferentes.
  ¡Está bien! ¡Puede que me haya confundido el pasto con la oveja! ¿Y qué?
Pero bueno, ustedes no van a cambiar de opinión por la palabra de una vieja como yo, ¿no? Y, no. A pesar de ser la palabra de un gobernador...
  Porque mi marido era gobernador, ¿sabían?
  Uy sí,  Pablito, ayer vino a visitarme. Unos modales que extraño en esta comunidad moderna.
  El mundo está lleno de gente que hace cualquier cosa. O tanta que no hace nada...
  Pablito está orgulloso de mí. Una vieja moderna, dice. Como lo llevo adelante... El negocio familiar...
  ¡Uy! ¡El negocio! ¿¡Qué van a hacer mis joyitas sin mí...!? ¡Y el gato de los sábados!
  Me tienen que prometer que van a ordenar todo, y también que van a ir y darle comida al gato, pobrecito...

Declara el dueño del psiquiátrico:

  Me llamaron los vecinos, decían que ya no la aguantaban más. Que últimamente gritaba tonterías sobre ovejas verdes, y no sé qué más...
  Nos presentamos en su casa inmediatamente, señor presidente, se lo aseguro. No sufrió, solo por dejar la casa, nada más.
  Hicimos un trabajo limpio. Se fue e inmediatamente demolimos la casa. Puedo pagar los daños. Matamos a un gato. Ahora es terreno de la ciudad.
  La pusimos en un cuarto espacioso, de los más grandes que tenemos. No va a ver un cuarto así en ningún psiquiátrico. No, señor presidente, se lo aseguro. Por favor, no lo demuelen.
  Igual gritaba sobre claustrofobia e incomodidades. En el ascensor no dijo nada, así que no le prestamos atención. Desvaríos de una loca.

Declara el presidente:

Si no solucionan esto rápido vamos a demoler el psiquiátrico.

Declaran los vecinos:

  La verdad es que no la aguantábamos más. Si no se la llevaban iba a ser peor. No sé que hubiéramos hecho, pero sería violento. A veces un grito a las tres de la mañana no es lo más lindo para escuchar.

Declara  Pablito, desde arriba:

  Yo no sé lo que María se inventa. En nuestra juventud, cuando éramos jóvenes, era muy cuerda, pero la muerte de sus padres en un accidente de tráfico la dejó en shock. Imagino que mi muerte la habrá dejado completamente destrozada.
  María se volvió un poco violenta en los últimos años, lo que me incitó a dejarla. Pero siempre le fui fiel.
  Tal vez mi muerte tuvo un peor efecto en ella porque fue repentina e inesperada. Tal vez porque se imaginaba que moriría en mis brazos.
  De todas formas, la demolición de la casa no fue la mejor idea, a mi parecer. Habla de una terapia infinita, sin regreso a casa. No me imagino lo que dirá cuando se entere.


  De todas formas, tiene su parte buena. ¿Quién hubiera imaginado una mascota, acá en el cielo? Y menos un gato tan lindo...

Declara el gato, desde arriba:

  La vieja esa me caía mal. Solo iba por la comida. Estaba seguro de que esa casa no iba a ser mía por  siempre...
  De hecho, en la demolición, supe que mi final estaba cerca. Así que planeé la forma de morir que más afectará a la vieja. Lástima que no se enteró de mi muerte.
  Ahora la vida es más fácil, sin tener que conseguir comida todo el tiempo y con un dueño real, fiel y desinteresado.
  Acá soy más libre.
  Ay, esa vieja loca no sabía  ni sabe nada de la buena vida.
  Pero bueno, dicen que los locos son felices...



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