23 de octubre de 2020

El sauce de Buckingham Palace

 El sauce de Buckingham Palace

 

El sauce de Buckingham Palace, ubicado en St. James Park. Fue plantado cuando comenzó la construcción del palacio y sigue en pie. Vio pasar la vida de montones de monarcas, seguramente el único ser vivo que todos los monarcas desde 1700 tienen en común haber visto. Pero, aún así, se lo trata como cualquier árbol, incluso, un 20 de noviembre de 2012 el sauce fue grafiteado. No tiene ni una placa ni nombre. Nunca se lo mencionó, sin contar alguna queja de ardilla o rama caída. Incluso podría ser tirado abajo en cualquier momento. Pero una persona vende mucho más que un árbol, por eso su caso carecerá de interés para los historiadores.

Su caso carecerá de interés para un título

    Sólo su madre sabe cuando nació. Sus primeros años de vida los pasó escondida entre los armarios, mirando el amor que le brindaban a su compañera y deseándolo, pero sin el suficiente coraje para acercarse a socializar. Rara vez se veía su rostro, salía y entraba de la casa cuando quería. De muy temprana edad se perdió y nadie la buscó, entonces se aburrió y volvió. La recibieron como cualquier otro día, no notaron su ausencia. Con el tiempo también se aburrió de no ser querida y comenzó a acercarse cada vez más. Quiso ganarse su lugar y le costó. Un día lo consiguió. Quedó a la altura de su compañera, un poco más abajo quizás. Algunos años después murió. La lloraron, pero no más que cuando le tocó a la otra. La extrañaron, sin embargo no tanto, nunca fue tanto. Por eso, su caso carecerá de interés para los historiadores, y para su familia.


22 de octubre de 2020

Jacinto

 Jacinto arreglaba estufas. Lo más destacable de él, probablemente, era su nombre. Su papá  no era jardinero ni su mamá florista, era un nombre elegido aparentemente al azar el día de invierno en el que había nacido. 

A Jacinto no le gustaba otra cosa que no fuera arreglar estufas. En realidad no sabía si le gustaba arreglar estufas, pero se dedicaba a eso. Así que quedamos en que era lo único que hacía. 

Jacinto no tenía ni perro ni gato. Tenía un pequeño loro pero había muerto hace años. Sin embargo lo seguía teniendo, así que convengamos que lo tenía disecado sobre su mesa de trabajo. 

Jacinto, digámoslo todo, tampoco era muy bueno en lo suyo. Pero era el único que arreglaba estufas en su pueblo, así que era imprescindible. Bah, tampoco tanto, digamos que no todas las estufas se rompen ni necesitan arreglos cada invierno. Menos ahora con esos aires acondicionados frío-calor ni esas nuevas tecnologías. Jacinto estaba desactualizado. Quizás le iría mejor arreglando aires acondicionados frío-calor, pero no sabía hacerlo. Así que se limitaba a arreglar estufas. 

Jacinto no era muy feliz, pero tampoco era muy triste. Estaba mejor que algunos y peor que otros. 

Digamos que Jacinto era. Ese verbo le encaja muy bien. Jacinto era. 

Su caso carecerá de interés para los historiadores.


8 de octubre de 2020

Historia 7

 Esta es la historia siete, porque la conté siete mil veces....Siete leguas, siete moscas, siete mares, siete sitios maravillosos... Acá estamos historia Siete, vamos con todo, conmigo y la miga, ay, tengo miguitas en el bigote, qué mal, qué desprolijidad, perdón Tal vez no parezco varón, pero es que no lo soy y tu primicia es falsa, porque tampoco soy un león. Podría ser una liebre, pero sería un montón/ Prefiero ser un gato, sí, pero si tengo que ser un pato, acato. O un pez, tal vez. O una mariquita de San Antonio, ¿quién sabe? Existe un dicho popular que dice: "Será mariquita, será tal vez; aunque será, por otro lado, una mariquita pez". No sé si viene al caso, pero es lo que llegó a mi mente; lo siento si me voy demasiado por las ramas, el punto es que este ser vivo miraba con odio a su casa de la infancia ahí había sufrido la peor de las pesadillas: un ogro intento comérselo, pero no pudo, porque se defendió con el arma más poderosa del mundo, un paraguas de goma La goma era tóxica, no podía aguantar verla. En un momento se tragó la goma. Fue espantoso. Sintió áspera la garganta y se le cortó el aire y luego todo se nubló, alguien gritaba desde el fondo, también él quería gritar pero no pudo. Entonces sintió la inyección y s e desvaneció. Amaneció en el hospital. Otro día, otra vida.

Historia 6

 Rodolfo Surmann abrió la computadora serenamente, confiaba en sí mismo. Abrió Google y escribió "cuántos años tiene Rodolfo Surmann?" No lo sabremos ni en veinte años, man/ me dije, mas creo que en la Aduana lo sabrán Por las dudas corro. "Vamos a la casa de Beltrán", susurro. Y así ocurrió. Caminaron muy lentamente, como si un aire de incomodidad llenara el espacio. Atravesaron todo el valle y llegaron a la alta puerta negra para el ocaso. El ocaso, ah, que bello lugar, lleno de flores y mariposas, con bellos arboles y grandes prados, solo un problema tenía y ni solución tenía: la piedra mágica La piedra podía predecir el futuro, pero tenía un 50% de posibilidades de equivocarse. En la piedra vio su final, no era feliz. Pero sabía que era un momento de incertidumbre... Y que esa infelicidad también un día terminaría. Pero hasta entonces se sentaría y leería sobre cómo llegar a Plutón antes de que finalicen sus pocos años de vida. Le encantaba Plutón.

Historia 5

 Una vidriera llena de sombrillas/ La gente miraba y miraba Todos de traje, todos llorando. El sol mientras tanto asomaba. No entendía por qué, pero era algo hermoso de ver. No habían pasado diez minutos de lo ocurrido, cuando de repente un lobo le saltó arriba suyo y lo atacó pobre del lagarto!, que haria para salvarse, pues comerse al lobo y salir lomás campanta, sin problemas ni preocupaciones Vivió una vida feliz. Un día quiso cruzar la puerta, fue a verla y ya estaba abierta, por alguien más. Nunca supimos quién era realmente. Y vimos la apertura como una boca enorme que nos iba a comer. Sin dejarnos ni un pie. No tenía dientes, o no se veían. Sus labios ocupaban todo su rostro. Y qué grande que tenía el rostro... Redondo y pálido como una luna, como un globo aerostático. Eso mismo era, comprendí, justo cuando su rostro se elevó y comenzó a alejarse lentamente de la Tierra.

Historia 4

 Todo empezó cuando encontramos aquel grano de arroz en la carretera. Era un día soleado de invierno cuando la señora Michigan miraba el atardecer en su granja. El sol cayendo en el molino de viento se veía tan espectacular como una canica. La señora Michigan estaba en paz. Entonces se dio cuenta de que el sol estaba realmente cayendo, como si se hubiera desprendido del cielo, ahí estaban ambos, que noticia!, que suceso, alguien debía intervenir Pero la entrevista siguió. El público se enojó mucho. Fue un escándalo. Hubo gritos, corridas, patadas. Alguien sacó una selfie con el escándalo atrás. Después llamaron a los periodistas y entonces fue el acabóse. Así nomás, como le digo. ¿Comprende? no es de esperar que necesite un poco de vino para procesar, es mucha información. Le sirvo, si quiere, ¿quiere? Tinto, dos años tiene. Nunca lo probé antes. Buen cuerpo, redondo en boca. Color profundo, intenso. No está aguado, es un vino joven. Con mucha personalidad, redondeado en boca. Un ligero gusto a cerezas marchando por la avenida. Suaves tormentas por la noche.

Historia 3 - Poema narrativo de Pedro Roquero

 Poema narrativo de Pedro Roquero. Era un día soleado, sin Ramiro a su lado, porque aquí su amado, murió desconsolado. Lamentable pérdida, pues si, porque al morir el conejo, pobre de el!, un arbol parlante acabo con, hablaba y hablaba, sin parar ni una vez, pues el conejo ballas orejas tiene, pobre del arbol tambien, pues un abaro leñador, que volando paso, el piso corto y el arbol callo, ahora, fantasmas los dos, el conejo y el arbol hablan con pasion El conejo tenía hambre, pero el árbol era paciente. En un momento el conejo trató de comer una hoja del árbol, el árbol se enojó. Más aún, se recalentó. Y eso no importó. La frutilla del zar se cayó en la laguna. Y la laguna resplandeció después. Luego pasó un pez, que se dirigía a ver al juez. El delito era grave, muy grave, tan grave que habían olvidado cuál era. Meditaban horas, y noches, intentando recordar. Sin embargo, ninguna imagen se les aparecía en su cabeza, ni un ínfimo fragmento de memoria les visitaba. Me tocaban la cara con los dedos gélidos, con las mirada huecas. Tan ausentes y tan distantes. Brillando de tristeza y de inseguridad, resplandecientes de temor y soledad. Soltaron finalmente sus manos, dejando por fin atrás el recuerdo de lo que alguna vez fue.

Historia 2

Hace mucho mucho tiempo atrás, había un conejo muy particular, al mirarlo desaparecía y al voltearte volvía, muy raro era el conejo, pues al comer bebía y al beber comía, muy raro, raro de verdead, pues este conejo en particular, no era conejo más bien marmota! Como la gente creía que él era un conejo, la marmota sufrió toda su vida hasta que murió. Cuando despertó estaba en otro lugar, un lugar con luces titilantes Titilante es la palabra clave. La idea del momento: estás, no estás, se prende, se apaga, me conecto y si no me desconecto. Y canto. Desenchufado. Canto mal. Pero al parecer sí fue del agrado de una humilde señora, de ropajes exagerados y exuberantes, de cadenas de oro y diadema de platino. "Te compro", dijo. "No te preocupes". La miré fijamente. "Dejame" susurré. "Corré", le escupí fríamente. Yo con la mano en el diente, que seguía sangrando, y él llorando. Partimos rumbo a la ciudad, sin mirar atrás, perdonándonos lo vivido, pero sin nunca olvidar. Frenamos en una pradera a descansar, y observamos a lo lejos el campo gris. Los escombros y el humo ya se veían, y mis ojos se llenaron de lágrimas. Teníamos que seguir, faltaba poco para llegar al lugar, aquel lugar de plena felicidad, todos nuestro problemas se solucionarían, pero debían llegar, debían llegar a casa 

Historia 1

 Siempre llovía, por eso nadie vio el sol. La ciudad de hierro estaba a oscuras, siempre. Pero no me importó, porque nada me importaba entonces. Y a él tampoco. Las cosas eran así: hierro, oscuridad, hierro. Rima? No sé no sé. Quizás si pruebo al revés, oscuridad, hierro, fierro, aferro, cerro. Eso es. Y no un gato montés/ Porque de montes no hay nada Y de tontes tampoco. De poco, poco hay, mucho sobra y nunca es suficiente. Aunque a veces falte comida y mendiguemos nuestro pasar, hambre de vida nunca faltará. Seremos forasteros, ciudadanos, migrantes ya sin más; mas hemos de viajar por el mundo, y nunca echaremos atrás porque de lo contrario, volariamos como el pobre Robrec, quien al voltearse, volo, volo y nunca regreso, salvo para pedir pizza a la nada. En realidad odiaba pizza, eso desde que su familia murió en un accidente de auto, comían pizza mientras manejaban. Pero le gustaba la pizza, solo no la podía comer, lo único es que volvió a la ciudad de hierro con las luces titilantes.