8 de octubre de 2020

Historia 2

Hace mucho mucho tiempo atrás, había un conejo muy particular, al mirarlo desaparecía y al voltearte volvía, muy raro era el conejo, pues al comer bebía y al beber comía, muy raro, raro de verdead, pues este conejo en particular, no era conejo más bien marmota! Como la gente creía que él era un conejo, la marmota sufrió toda su vida hasta que murió. Cuando despertó estaba en otro lugar, un lugar con luces titilantes Titilante es la palabra clave. La idea del momento: estás, no estás, se prende, se apaga, me conecto y si no me desconecto. Y canto. Desenchufado. Canto mal. Pero al parecer sí fue del agrado de una humilde señora, de ropajes exagerados y exuberantes, de cadenas de oro y diadema de platino. "Te compro", dijo. "No te preocupes". La miré fijamente. "Dejame" susurré. "Corré", le escupí fríamente. Yo con la mano en el diente, que seguía sangrando, y él llorando. Partimos rumbo a la ciudad, sin mirar atrás, perdonándonos lo vivido, pero sin nunca olvidar. Frenamos en una pradera a descansar, y observamos a lo lejos el campo gris. Los escombros y el humo ya se veían, y mis ojos se llenaron de lágrimas. Teníamos que seguir, faltaba poco para llegar al lugar, aquel lugar de plena felicidad, todos nuestro problemas se solucionarían, pero debían llegar, debían llegar a casa 

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