Sólo su madre sabe cuando nació. Sus primeros años de vida los pasó escondida entre los armarios, mirando el amor que le brindaban a su compañera y deseándolo, pero sin el suficiente coraje para acercarse a socializar. Rara vez se veía su rostro, salía y entraba de la casa cuando quería. De muy temprana edad se perdió y nadie la buscó, entonces se aburrió y volvió. La recibieron como cualquier otro día, no notaron su ausencia. Con el tiempo también se aburrió de no ser querida y comenzó a acercarse cada vez más. Quiso ganarse su lugar y le costó. Un día lo consiguió. Quedó a la altura de su compañera, un poco más abajo quizás. Algunos años después murió. La lloraron, pero no más que cuando le tocó a la otra. La extrañaron, sin embargo no tanto, nunca fue tanto. Por eso, su caso carecerá de interés para los historiadores, y para su familia.
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