25 de julio de 2019

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En este texto la consigna era utilizar palabras aleatorias, en este caso son: arte- infernal- desafiar- manso- persistir- talco- burdo- revelar- sencillo- cortar- viñedo


el viñedo infernal
de uvas exuberantes
de burdo arte
te inflama

con su talco de manso tejedor
no te va a revelar nunca a vos
el sencillo interruptor para cortar
esa blanda conciencia tuya

¿vas a persistir en desafiar 
tu pasión vana,
su ferocidad atroz?
permitime desconfiar

24 de julio de 2019

La gatigre se colimueve


Minuspera! Antes vemire la colpata de la gatigre color marnaranja. La feliumal tiene el chiabribuzo que le coshizo la maduemia. La gatigre está susrespirando con fatifuerza, regomira al cachierro y grimaulla, colimoviéndose.

Un prisionero hacia esas islas turbulentas

-¡Parley!
-Yo soy el capitán, ¿no ves mi bicornio?
-Por favor, por el código...
-¡Bocasucia! Osas invocar al código.
-Sé de un lugar con un gran tesoro. Con aguas abiertas para el contrabando, ideal para la conquista. Un lugar adonde España, Inglaterra y Francia no se atreven a acercarse.
-No navego el Caribe hace años para que un barril de ron me lleve con las pirañas de la Corona.
-Lo juro por mi pata de palo que no habrá corsarios ni cañones aguardando. Acá no hay más que ratas, salazón y viejas latas. Ni se escucha "al abordaje" hace tiempo, ni se canta el himno entre botellas de ron.
-¡Suficiente! Una calumnia más y tu destino será la plancha. ¿Cómo es ese lugar del que dices saber?
-Cuentan que Portugal mandó a sus mejores corsarios a las islas más rodeadas de mitos de los Siete Mares. Con el astrolabio y el compás pudieron ubicarlas y desembarcaron en ellas con el afán del oro y la brujería. Y los hallaron, por Dios que sí. La sola visión del cofre los embriagó y como animales salvajes se le lanzaron encima. Cada parte que tocó lo que allí había fue picada. En lugar de obtener el galardón prometido, les sobrevino algo peor que la muerte: sus almas pintadas de codicia gritan en la noche.
-¡Piñatas! Si no tuviera un parche en el ojo diría que no termino de visualizar la situación. Mis hombres van a amotinarse y no les faltarán motivos. ¡Con tus palabras matas a toda la tripulación! Que ese líquido inmundo que catas te envenene las entrañas, que jamás te batas en duelo con un contrincante digno, infame, sanguijuela. ¡Parley pide!
-Espere, espere. ¿Ve este pañuelo? Es de esas islas. Es el pasaje de entrada, el escudo, el antídoto. Claro que hay otros precios, pero estoy seguro de que se pueden afrontar. Mi pierna, ahora pura madera, ya costeó parte del viaje.
-Pues bien, alcanzadme mi catalejo, vigilen la brújula, icen las velas, a sotavento, carguen con  pólvora los cañones, ¡a levar anclas!






Cuento hecho a partir de la constelación "Pirata": https://odatalleristas.blogspot.com/2019/07/constelacion-de-palabras-relacionadas.html

Constelación de palabras relacionadas con piratas

PIRATAS

pirañas                                    piñatas                                           pintadas                              picadas       

ratas                 matas                    catas                 batas             datas              patas                latas


Caribe            corsarios           cañones            España Inglaterra y Francia           corona            botín    


amotinarse         código         parley          cofre         tesoro         contrabando         ron        muerte    
  

 himno              galardón           catalejo        pólvora            conquista         aguas abiertas           mitos 


                 pata de palo                 parche              pañuelo           bicornio            brújula astrolabio   


     compás         sotavento         levar anclas         bocasucia         abordaje           salazón       barriles


Conjunto de palabras que se relacionan de cierto modo con Piratas

Mañana sabemos qué hacer

  Alma Mipiuac está cada vez más insoportable. Cuando llegó el primer día su tapado peludo me dio repulsión, pero se veía tan aniñada que dejé mis prejuicios de lado.
  Recién en el almuerzo pude hablar con ella. Para qué: se sentó insultando la calidad de la comida, pidió que corriera mi saco porque estaba incómoda, le dijo a la buena de Claudia que no hiciera ese ruido al masticar y, finalmente, se sumió en un silencio hosco que duró hasta que, después de aclararse la garganta, comentó que, a pesar de lo que le habían dicho, yo parecía bastante razonable.
  Volvimos a la oficina y, por curiosear, me asomé a su piso. La vi a Alma caminar con la cabeza alta hacia su escritorio, donde desapareció tras una pila de cosas que había esparcido a su alrededor.
  A los días, la gente de su piso se había ido mudando a otros escritorios y el de Alma Mipiuac parecía una isla. Escuché decir que era muy eficiente, pero que absorbía el buen humor de todas las personas que se le acercaban.
  Intenté aguantarla en los almuerzos para que no estuviera tan sola, pero me convertí en el blanco de comentarios que fueron minando mi ánimo.
  Estamos hasta la coronilla de verla llegar todos los días con su andar condescendiente, su cara demacrada torcida en una sonrisa agria, sus ojos fríos y vacíos y su cuerpito frágil protegido por ese asqueroso tapado peludo.





El mipiuac es un bípedo peliplumífero de las selvas subtropicales de Revillodlandia. Para leer su descripción, vaya a este link: https://odatalleristas.blogspot.com/2019/07/mipiuac.html

Pasa naranja

-Marta, hablá para la cámara.
-Ah, ya basta.
-Pará, flaca. Captá la alta plata gastada acá.
-Armás alharaca para nada, man.
-Hablá, Marta, hablá para la marca, anda ya.
-¿Amás a la marca? Tantas ganas, tantas caras alababa, tan clara la trampa...
-Ah, andás mala.
-¡Harta, jamás mala! Las cámaras mandan calabaza barata, rara. ¡Harta! La plana llama a ratas a la casa, hablan pavadas mal. La CABA la ama a matar. ¡Harta!

En este texto, la consigna era utilizar sólo palabras que contengan la letra "A" como única vocal

Ramíro Canagüigón

  Se despertó después de 48 horas de sueño, acalorado, a pesar de la ventana abierta, el ventilador y los 9° que hacía afuera. La luz le dificultó la vista. Cuando finalmente pudo abrir por completo los ojos, tanteó en la mesa de luz y miró el reloj. La una y media del mediodía.
No se había puesto alarma porque se dijo que, tras noches durmiendo solo dieciséis horas, y exhaustivos días soportando las consecuencias, debía descansar, dormir -al menos una noche- decentemente.
  Pero se había despertado temprano de todos modos.
  De un salto abandonó la cama y atravesó la habitación.
  Cuando sus suaves pasos llegaron a la cocina, subió las persianas y abrió el ventanal que daba a la hermosa montaña. El aire y la luz del invierno se filtraron en la casa. Luego escuchó una voz en la sala.
  Se alejó del ventanal, los ojos entrecerrados, el pelo rubio revuelto, el piyama improvisado dos días antes, y con pasos ligeros, que casi no resonaban en la gastada madera, siguió a la voz. Provenía del teléfono.
  -Tienes ocho nuevos mensajes. Pulsa "play" para escucharlos. Tienes ocho nuevos mensajes. Pulsa "play"...
  Quizás eso lo había arrancado del sueño.
  Apretó la tecla.
  -Hola Rami- la voz suave de su hermana mayor resonó en la sala. Él prestó oído- Me gustaría verte uno de éstos días. ¿Cómo estás? ¿Cómo te trata el frío? Ahí en la montaña debe estar terrible. En fin...venite un día a la ciudad y hacemos un asado o algo. Dale copate- la voz en el teléfono hizo una pausa- bueno- prosiguió como quien duda de lo que está diciendo- nos vemos....te quiero
  "Tuuuuuu" el ruido finalizó el mensaje. Enseguida comenzó otro:
-Campeón, ¿el viernes venís a la final de fútbol? Pablo ya consiguió entradas. No te olvides la camiseta, ¿eh?- su amigo se rió- Van a estar  Pablo, Cacho, Mercedes, Luli, Laura, Juancho y yo.
  "Tuuuuuuu"-Hola, querido-esta voz era muy distinta a la anterior, más cálida, lenta, cariñosa, menos emocionada. Y así era la persona que la emitía; como un abrazo. La voz de su abuela resonó en la sala- ¿Cómo estás? Escuchame, te quería preguntar si para tu cumple habías planeado algo...-Ah, su cumple. Ramiro se había olvidado. Miró el almanaque. Faltaban dos días.- Susana me recomendó un restaurante buenísimo, ahí por donde fuimos al museo aquella vez.... Bueno, avísame y yo hago la reserva, ¿te parece? Beso grande.
  "Tuuuuuu"
  Los mensajes siguieron un rato más.
  Ramiro fue al baño. Su reflejo le mostraba a un tipo rubio, desgarbado y flacucho.
Se vistió y preparó una mochila con unas pocas cosas: un reloj, cinco mudas de ropa, un libro y un cuaderno.
  Abrió el ventanal. Puso un banquito para poder treparse al alféizar y una vez ahí, saltó hacia afuera, atravesando cinco metros llenos de adrenalina y aterrizando en un pasto suave, en sus dos pies, como si solo se tratara de bajar un escalón.
  El pasto, tras 48 horas de sueño, le resultó suave y agradable. Ramiro sonrió.

-(Guión)

  Hacía mucho frío, así que Nancy se puso su híperpullover favorito, el naranja y amarillo. El prefrío de ese año había sido muy breve y ella no se sentía lista para salir a la calle. Sin embargo abrió la puerta y se enfrentó al cruel, gélido viento desnariz. Miró a su alrededor con los ojos lagrimeantes entornados y sacó del bolsillo de su sobretodo la interbebida de ese día: té rojo con miel.
  Empezó a andar de espalda al viento mirando a los subgatos ocasionales con pena y desgano. En un momento estuvo a punto de tropezar porque se le cruzó una transpaloma, pero aparte de eso la caminata fue incluso más insulsa que las rutinarias,
  Cuando estaba llegando a la zona de superedificios, Nancy sacó un papel con la dirección anotada y apuró un poco el paso.
  Entró y subió en ascensor los 540 pisos sonriente, hasta llegar a la descomunal terraza donde la esperaba un triavión.
  En el cuerpo izquierdo del transporte le pidieron el pasaje y la guiaron a un cómodo asiento violeta donde, con la expresión más feliz que pudiera imaginarse, escuchó al capitán decir: tengan una exótica y catastrófica bienllegada al No-encuentro de la antipalabra.

Mipiuac

Bípedo peliplumífero de carácter irascible de las selvas subtropicales.
Croquis del primer mipiuac encontrado

  Este animal, perteneciente a la familia de los demifelinos, habita las frondosas selvas subtropicales de Revillodlandia, en las copas más espesas de las acacias.
  El mipiuac es sigiloso y solitario. No forma manadas, al contrario: si se encuentra con otro animal, sin importar la especie, disfruta de atacarlo de la forma más sutil posible.
  Es omnívoro, pero suele comerse a las aves del árbol donde habita. De hecho, cuando un mipiuac busca asentamiento considera la cantidad de animales presentes en el lugar y lleva a cabo una "limpieza".
  Excepto en esas ocasiones, suele alimentarse con pocas hojas y ramas que estén a su alcance.
  Los mipiuac son difíciles de avistar por su hostilidad pero es extremadamente sencillo localizarlos: no hay otras acacias silenciosas en las selvas subtropicales.



En un encuentro leímos y jugamos con el Animalario Universal del profesor Revillod. A su manera, escribimos estas descripciones exóticas.

15 de julio de 2019

Creo que te odio

-¡Qué sea la última vez que vos, hijo de adoquín, te pases de papanatas, cabeza de sapo aserruchado, falto de cereza para el pastel que no tenés pies de gorila. Dejá de ser un Neanderthal, bestia atropellamuebles. Pedazo de mequetrefe redondo como un blandengue, zapallo malhumorado, sos un queso con vinagre yeti chupasangre. Estás hecho todo un tuberculo agrio sin raíz!
-PERDON.

Mi subnoche

  -No sabés, mientras venía me encontré con Roberto que paseaba a su trigato por la hiperplaza. Me dijo que sus amigos le dijeron que vos y él eran novios a lo que yo respondí desconcertado que esa afirmación era una reverenda antiverdad ya que yo sé que vos estás en pareja con Federico, después seguimos charlando sobre la megaola de interfrio que estamos pasando y de otras cosas.
   Luego, crucé la hiperplaza en un superauto y seguí caminando ochenta y ocho minicuadras hasta que, mientras pasaba por un superantiedificio (un rascasuelo), vi pasar un desdinosaurio que aleteaba como loco porque vio un puñado de semillas esparcidas por el suelo. Me acerqué para sacarle una foto porque es una especie en peligro.
   Cuando, después de caminar unas cuadras, llegue al transaeropuerto me tomé el que me dejaba más cerca. Una vez que llegué empecé a caminar hasta este café y después entré y te vi. 
  Cuando me vaya, voy a ir al desdoctor para que me desmejore mi desdichada  desenfermedad.   

13 de julio de 2019

La máquina de hacer titulos

En este texto, la consigna era inventar títulos para ponerles a futuros cuentos/poesías:

Julia:

- Luz
- Oscuridad
- Bajo la Tierra
- El Sabor de la Venganza
- La Muerte no tiene forma
- Sin ver
- Basta para mí, basta para todos
- Amor en el aire
- Se avecinan traiciones
- Un semiamigo
- Detrás de la puerta
- Partida
- Aventura
- Regreso
- Si el odio se viera...
- Desde el centro de la tierra
- Desde el infierno hasta el cielo
- ¿A dónde vas?
- Más que mil palabras
- No lo sé
- ¿Qué pasará?
- Té de medianoche
- Cuando los espíritus se muestran
- Una hora hasta que pase
- 3, 2, 1...
-  ¿Cuándo te vas a dar cuenta?

Martín

-Las peculiares gemelas
-La casa de las tres torres
-Estrella
-La tía esta muerta
-El sexto día
-Solsticio
-Invierno infernal
-La chimenea fría
-Agua ceca
-La casa en las estrellas
-Muerte en el mar
-Salado
-Feliz venganza
-Días de muerte
-Semana muerta
-La casa de chocolate

Martina:

-El relámpago de las cinco
-Entonces corré
-Abrir regalos
-A quien corresponda
-Un rectángulo rosa flúo
-Llevá llaves
-La cara que pusiste

Emilia:

-Bajo las pestañas
-Aunque quisiera
-Cerradamente con la mente abierta
-Antes de prender la luz
-Tres gotas de leche y sin azúcar
-Por una pared
-Más vale mil pájaros volando
-Aunque no llueva
-Pasame las pasas de uva pasadas

Desvaríos de una loca

Declara la vieja:

  ¿Por qué?
  No es justo. Para nada.
  Solamente ver un par de ovejas verdes y te traen acá.
  No es que me queje. No! Nunca hay que confundir una queja con una opinión, no señor presidente. Son cosas diferentes.
  ¡Está bien! ¡Puede que me haya confundido el pasto con la oveja! ¿Y qué?
Pero bueno, ustedes no van a cambiar de opinión por la palabra de una vieja como yo, ¿no? Y, no. A pesar de ser la palabra de un gobernador...
  Porque mi marido era gobernador, ¿sabían?
  Uy sí,  Pablito, ayer vino a visitarme. Unos modales que extraño en esta comunidad moderna.
  El mundo está lleno de gente que hace cualquier cosa. O tanta que no hace nada...
  Pablito está orgulloso de mí. Una vieja moderna, dice. Como lo llevo adelante... El negocio familiar...
  ¡Uy! ¡El negocio! ¿¡Qué van a hacer mis joyitas sin mí...!? ¡Y el gato de los sábados!
  Me tienen que prometer que van a ordenar todo, y también que van a ir y darle comida al gato, pobrecito...

Declara el dueño del psiquiátrico:

  Me llamaron los vecinos, decían que ya no la aguantaban más. Que últimamente gritaba tonterías sobre ovejas verdes, y no sé qué más...
  Nos presentamos en su casa inmediatamente, señor presidente, se lo aseguro. No sufrió, solo por dejar la casa, nada más.
  Hicimos un trabajo limpio. Se fue e inmediatamente demolimos la casa. Puedo pagar los daños. Matamos a un gato. Ahora es terreno de la ciudad.
  La pusimos en un cuarto espacioso, de los más grandes que tenemos. No va a ver un cuarto así en ningún psiquiátrico. No, señor presidente, se lo aseguro. Por favor, no lo demuelen.
  Igual gritaba sobre claustrofobia e incomodidades. En el ascensor no dijo nada, así que no le prestamos atención. Desvaríos de una loca.

Declara el presidente:

Si no solucionan esto rápido vamos a demoler el psiquiátrico.

Declaran los vecinos:

  La verdad es que no la aguantábamos más. Si no se la llevaban iba a ser peor. No sé que hubiéramos hecho, pero sería violento. A veces un grito a las tres de la mañana no es lo más lindo para escuchar.

Declara  Pablito, desde arriba:

  Yo no sé lo que María se inventa. En nuestra juventud, cuando éramos jóvenes, era muy cuerda, pero la muerte de sus padres en un accidente de tráfico la dejó en shock. Imagino que mi muerte la habrá dejado completamente destrozada.
  María se volvió un poco violenta en los últimos años, lo que me incitó a dejarla. Pero siempre le fui fiel.
  Tal vez mi muerte tuvo un peor efecto en ella porque fue repentina e inesperada. Tal vez porque se imaginaba que moriría en mis brazos.
  De todas formas, la demolición de la casa no fue la mejor idea, a mi parecer. Habla de una terapia infinita, sin regreso a casa. No me imagino lo que dirá cuando se entere.


  De todas formas, tiene su parte buena. ¿Quién hubiera imaginado una mascota, acá en el cielo? Y menos un gato tan lindo...

Declara el gato, desde arriba:

  La vieja esa me caía mal. Solo iba por la comida. Estaba seguro de que esa casa no iba a ser mía por  siempre...
  De hecho, en la demolición, supe que mi final estaba cerca. Así que planeé la forma de morir que más afectará a la vieja. Lástima que no se enteró de mi muerte.
  Ahora la vida es más fácil, sin tener que conseguir comida todo el tiempo y con un dueño real, fiel y desinteresado.
  Acá soy más libre.
  Ay, esa vieja loca no sabía  ni sabe nada de la buena vida.
  Pero bueno, dicen que los locos son felices...



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Pesadilla

  Daba vueltas en la cama. No podía dormir.
  No era su almohada. Esta estaba mullida como siempre.
  Cambió su postura. No, tampoco era eso lo que no lo dejaba dormir.
  Una lagrima surcó su mejilla.
  Miró al techo, o hacia donde él sabía que estaba el techo. Oscuridad. El viento movía la persiana, emitiendo aullidos.
  La almohada ya estaba empapada. La dio vuelta.
  Sus peluches lo miraban fijamente, desde la repisa, como queriendo transmitir algo con sus cuerpos sin vida.
  Los ojos de sus peluches le dieron una sensación extraña... Algo estaba mal...
  Y por fin se dio cuenta.
  Su peluche favorito no estaba.

Amor de verano

Yo la miré. Ella me miró. Nos miramos.
No debíamos, pero, ¿cómo evitarlo?
Me empecé a acercar. Ella se quedaba en su lugar, se hacía desear.
Me acerqué más. Ya podía sentirla...
Y así, bajo ese abrasante sol de verano, me tiré a la pileta.

12 de julio de 2019

El Prepullover

  Todo empezó cuando mi abuela me olfateó con su supernaríz y me llamó.
Mi vida hubiera sido mucho mejor sin ese enorme aparato olfativo.
  - Nena!- me gritó. Además de una supernaríz tenía unas supercuerdas vocales y yo, lamentablemente, no tenía las hiperorejas de mis padres. Así aunque apreté las manos sobre las mías, normales, y la escuché a un tono de voz normal.
  - Acá te doy- dijo, tendiéndome una precompra - tu mandado del día.
  Ufff... Por suerte eso me decía que era el único. Mi abuela podía ponerse irritante cuando quería...
Rápidamente me tomé el anticaminante (no quería que estuviera muy lleno) y llegué al supermercado.
  La precompra solo decía una cosa:
"Prepullover"
  Prepullover? Qué era eso?
Fui y le pregunté al vendedor.
  El señor me miró raro. No me dijo nada, pero sus ojos me invitaban a desestar. Así que me desestuve.
  Un rato después, caminando hacia la parada más próxima de anticaminante, me volví a preguntar qué habría querido decir.
   Hace unos meses la internaron a mi superabu. Fui a visitarla.
Me arrimé a la cabecera de su cama y le pregunté, muy bajito, para que los médicos no escucharan:
-Qué es un prepullover, abuela?
Mi abuela sonrío y su supernaríz se infló.
-Lana, nena- me dijo en un suspiro.
  Hubo un dessusurro (también llamado grito) y unos enfermeros me dijeron que me desestuviera. Yo me fui
  Unos minutos después me dijeron que mi abuela ya no estaba. Ojalá le hubiera comprado el prepullover...

11 de julio de 2019

Y me mira, impasible

  Cuando tras demoras infinitas, tareas inconclusas y avisos, reiterados avisos de que ya está la comida, que ya está, eh, y que hay que dormir temprano. Luego de estos obstáculos, de superar además el cansancio, y la fiaca, y el frío del baño, que se siente gélido sin esas capas de ropa.
  En ese momento que ya se cree que se logra, que incluso una mano fría y temblorosa establece un contacto suave con el metal, y el pie se despide de la alfombra, dando ahí un paso imperceptible pero crucial, exclamando que OJO, que lo estoy consiguiendo.
  Ver el pote de shampú casi vacío, el jabón esperando, la esponja mirándote fijamente.
Sentir el pelo suelto acariciando la espalda, y oler la cena que se avecina, conversaciones que ya casi quedan silenciadas por el golpeteo del agua.
  La mano toma, firme y decididamente, el pomo, frío y formal, y ejerce presión.
El pomo, malhumorado y como quien no quiere la cosa, se dispone a girar.
  Hace un leve chirrido, como si se quejara, "mirá lo que me haces hacer" dice. Pero sonríe burlón cuando el agua no empapa el silencio, y no llega el demorado momento. La flor mirá tranquila, como diciendo que se lava las manos, que ella no tiene la culpa.
  Y luego, el grito:
  -¡Mamáaaa! ¡No hay  aguaaaaaaaaa!

9 de julio de 2019

Cansado


Cansado.

  Cansado de caminar lentamente por el simple motivo del cansancio pleno que había llegado anteriormente en una acción repetitiva o nueva. Cansado de tener que estar parado, de tener que llevar consigo el peso de su pelo, ojos, boca… Todo recaía en él como más cansancio, un cansancio acumulativa que crecía cada vez más. Mientras más pensaba en eso, más lo sentía; mientras más lo sentía, más lo pensaba.

Cansado.

  Cansado de desear descansar, de querer dejar de estar cansado. Cansado de sentir ganas de sentarse, acostarse, dormir... Cansado de pensar que no tenía que tomarse un tiempo para hacerlo, de no tener un momento para quitarse el cansancio.

Cansado.

  Cansado de que sus pies estén en el suelo y su cabeza no, de no poder simplemente apoyarla en cualquier pared, piso, cama… Cansado como siempre, como todo el tiempo por el mismo tiempo. Cansado de tener que usar el cerebro para recordar que estaba cansado. Cansado de todo, de nada.

  Mira la oscuridad, con el cansancio de abrir los ojos y no sabe qué puede aparecer al iluminarla. Hubiese deseado una cama o tal vez un sillón, de última un almohadón, pero estaba cansado de desear. Sólo quería descansar un rato, un descanso que hasta él sabía que no debía permitírselo; quería muchas cosas, pero también estaba cansado de querer, en especial, de querer descansar.

  Sus pies lo sostienen, parados sobre la madera del suelo, da la sensación de que lo van a dejar caer, torciéndose y dejándolo tumbado. Sus brazos no cuelgan lo suficiente, la tensidad que utiliza para demostrar su bronca a través de la fuerza que lo hace cerrar los puños. Su cuerpo se encuentra encorvado, lleva la carga de todo el cansancio que alguna vez tuvo, muestra su increíble fuerza aún más que si llevara una tonelada material. Su depresivo rostro, por sólo pensar en su malestar, demuestra tristeza y abatimiento.

  Su brazo, finalmente, llega a la perilla. Sus dedos empiezan a girarla con fuerza sacada del interior del cuerpo. A medida que la habitación se va iluminando, lo hace también su rostro. El cansancio es tapado por la felicidad de todo lo que aparece ante su vista. Una sonrisa cubre la tristeza, no la deja olvidada, sólo la tapa.

  Entonces, paralizado por la alegría de la posibilidad de descansar, se olvida de que en un principio lo estaba. Mira todo el espacio como lo hace cada noche, aburrido de esa felicidad superficial que lleva cada vez que prende la luz. Con estos pensamientos, se da cuenta de que está cansado de todos los días quitarse el cansancio. Está cansado de estar cansado y de no estarlo. Simplemente, está cansado...
                                                                      cansado...
                                                                                       cansado...
                                                                                                                                                          cansado...
                                                                                                                                                                                            cansado...




6 de julio de 2019

La señora Padraja desde el punto de vista de:

Ella misma:

  Me gusta estar sola y disfrutar de mi colección de plumas impermeables y lana de todos colores, solía decorar ropa con ellas. Amo comer sopa de cabellos de ángel, pero generalmente estoy llena con la primera cucharada; el médico me dijo que tal vez era porque comía demasiado pelo real y eso afectaba mi apetito, después de todo, cuando estoy nerviosa suelo hacerlo.
  Mi esposo se murió. Habíamos tenido un hijo el cual arrojamos al río cuando aprendió a caminar: si ya sabía moverse no necesitaba un padre ni una madre. Raramente, mi marido no quedó muy feliz y se sintió demasiado culpable, no entendió que los bebés que saben andar ya pueden vivir solos. Cuando fui a su entierro me encontré con el señor del cuarto “B”, me pareció que si ambos estábamos allí podíamos ser amigos. Le conté que había logrado enhebrar una aguja y de lo feliz que estaba por ello, también le hablé un poco de mi vida, y él… él no me contó nada, sólo que vivía en el cuarto “B”. Pero, aunque ese día tuve confianza para hablar con cualquiera, no le había dicho a nadie lo de la aguja.
  Hace una semana le llevé una gran artesanía exquisita, pero pareció no gustarle. Se entristeció y mencionó que me ayudaría, aunque aún trato de descifrar en qué.


El señor del cuarto “B”

  La señora Padraja suele aislarse del resto, pero el otro día vino a mi casa para traerme una extraña peluca envuelta en un abrigo de lana, al dármelo me pareció que se le hacia agua la boca y que quería devorarlo, sin embargo no sé cual fue el motivo del anormal regalo. Tiene una obsesión con la sopa de cabellos de ángel, cuando la veo en el supermercado se compra decenas, pero come tan poco como un pájaro (tal vez ingiera algo más. Su pelo es esponjoso, canoso y abundante, su piel áspera como las escamas.
  Tuvo una vez un marido y un hijo, al pobre lo tiraron al río cuando aprendió a caminar, poco tiempo después el hombre se suicidó. Fue en el entierro donde pareció ser amigable y, allí, es donde la conocí mejor: se confió al instante y me contó numerosos logros (tan inútiles como poder enhebrar una aguja) de los que estaba muy emocionada. Me dijo que era costurera y tejedora, se dedicaba a adornar prendas con plumas y lana, que eran cosas que abundaban en su hogar y siempre tenía de sobra. También mencionó que proviene de una pradera de algún país nórdico sin patos ni ovejas, donde le gusta nadar en las lagunas.
  Aunque fue bastante amable conmigo, me pareció una persona bastante pegajosa. Creo que necesita mi ayuda, la pobre aparenta intentar volar para dar un salto en sus costumbres, pero no llega a hacerlo: necesita alas más grandes.





Padraja es una especie animal de la cruza de un pato, dragón y oveja. Es un aplumado picudo de apasionado vuelo de las praderas del norte. La descripción se encuentra en: https://odatalleristas.blogspot.com/2019/07/padraja.html

Padraja


Aplumado picudo de apasionado vuelo de las praderas del norte.

  Camina sentado sobre su esponjosa cola, siempre sucia, ayudándose con sus alas para avanzar. Cuando intenta aletear levanta vuelo de hasta dos centímetros, apasionadamente entusiasmado si logra tres. Al comer picotea cabellos humanos como pasto, inclina su pecho hacia adelante y cae sobre la persona, sus apoyos son las patas traseras y, apropiándose, las de los hombres o mujeres. Habita en la pradera con laguna del norte del mundo, donde no hay ovejas ni patos.
  La hembra posee la peculiaridad de uñas en el punta de las escamosas alas, con lo que suele cortar los cabellos para comérselos tranquila. Cuando ve un padrajo macho, le lleva un ramo de estos envueltos en lana. Sus crías aprenden a arrastrarse en poco tiempo, luego son olvidados por los padres y deben aprender por su cuenta. De vez en cuando, todos los padrajas parecen amigarse cuando uno muere y lo entierran, sino suelen aislarse del resto.


En un encuentro leímos y jugamos con el Animalario Universal del profesor Revillod. A su manera, escribimos estas descripciones exóticas.

Musicantando con los orecables



Se enremeró, empantalizo y abriportió para trasalirse de su habicasa. Sacagarró los orecables y se los colpuso en la oidreja derecha, desluego sacagarró su celu y musibuscó. Empezó a descantar la meloletra con soritmos casi oidañables, agucantando y gritarareando desespantosamente la musicanción. Corriminó unas cuadrieras y cruzicallezó lo suficiente, mientras seguía desaficantando la pobre canción. Cuando la sonifinalización terminó, volvió a su habicasa corriminiendo las cuadrieras y cruzicalleando. Se paró en el semáforo y descolpuso sus orecables de la oidreja derecha, para colponérselos en la oridreja izquierda. Pero fue en ese momengundo que comprentendió que desaficantaba porque su musioído escuandaba mal. Su oridreja izquierda le permiconcedió musicantar sin agudespantar.

Volando bajo la lluvia


En el taller trabajamos con "La metamorfosis", de Kafka, y reescribimos el principio.
                                                                         ....
  No supo entonces la razón de sus distintivos e innovadores cambios que, según suponía, habían aparecido durante la noche. Inspeccionó una de sus patas detalladamente y, tal vez por la paralización debido al miedo o simplemente por la costumbre que tenía de asociar de forma rebuscada, vio una copia idéntica al brazo cubierto de pieles que colgaba de la pared. La diferencia se encontraba en el pelaje: el graficado era de un grosor y suavidad distinto, era probable que correspondiera al de un oso, mientras que su pata poseía unos finos pero largos y dispersos pelos.
  Continuó mirando detenidamente la lluvia y, sin encontrar el motivo, parte de su mentalidad lo impulsó a salir e ir hacia el agua. Aún sabía que no quería mojarse, que ya bastante lo había hecho en uno de sus viajes. Pero todos aquellas pensamientos no bastaron para acabar con la ansiedad y, mágicamente, movió al rededor de veinte patas porque, aunque eran muchas y con una estructura invasora, no tenían la fuerza suficiente para abrir la ventana. No creía posible aquel hecho, no imaginaba como podía estar moviéndola sin tener conocimiento previo de ello, nunca antes había tenido más de dos patas…
  Una vez abierta, movió una por vez y logró subirse al borde del lugar. Sintió un leve empujón por detrás, tan leve como él, como su nueva forma. Comenzó a caer, lentamente iba abriendo los ojos con una visión desteñida de la realidad. Caía pero no terminó de caer: parte de Gregorio se sintió un insecto y, bajo la lluvia, abrió sus débiles alas transparentes intentando volar. A medida que se alejaba del edifico, creía (o tal ve quería creer) que se encogía adoptando un tamaño diminuto.
  Disfrutaba la vista hasta que, de pronto, una extravagante y enorme gota de agua hizo fuerza en su cuerpo. Entonces, sin entender lo que pasaba, terminó finalmente de caer.
Se encontraba en un pabellón inmenso de cemento, rodeado de gigantes personas que se movían velozmente para refugiarse de la lluvia. Algunas poseían paraguas y al pasar cerca de él, le daban un suspiro, un momento para descansar de los balazos de agua, si embargo no era lo suficiente.
  Un pequeño gigante, de sonrisa con aspecto maligna, paró sus pasos junto a Samsa. Acercó su gran cabecita señalándolo con un asqueroso dedo, que desde la vista del insecto se podía observar con sumo detalle. A continuación, la gente comenzó a imitarlo. Un hombre, que parecía el padre del niño, levantó su pierna izquierda erguido en coraje. Miró a la multitud e hizo un gesto para que la misma lo aplaudiera, luego devolvió la vista al bicho depositando fuerza en su pie, a la vez que daba una patada al suelo, demostrando su coraje.
  Falta de experiencia tal vez era lo que tenía Gregorio, desconocía los peligros desde la visión que había adquirido recientemente y nunca supo pensar en lo difícil que era serlo.   Quizás, si hubiese reprimido sus ganas de volar bajo la lluvia, nunca hubiese podido aprenderlo; pero ya no le sirve de nada saberlo, todo se borró de su mente junto con su muerte.

5 de julio de 2019

La metamorfosis

En el taller trabajamos con "La metamorfosis", de Kafka, y reescribimos el principio.
                                                                         ....
Intentó, con un esfuerzo que a su cuerpo de insecto le pareció excesivo, moverse.
Cayó de caparazón en el suelo, tras él la sábana, que lo cubrió por completo.
Empezó a agitar tan fuerte como pudo sus débiles,ridículas y espantosas patas para salir de abajo de esa pesada y agobiante sábana.
Con un esfuerzo inconmensurable levantó lo que consideró que vendría a ser su cuello para observar la situación en la que se encontraba su cuerpo de insecto. Ahí estaba, inútil, como una cucaracha muerta luchando por salir de abajo de una sábana.
Cuando logró salir comenzó a caminar, si así se le puede llamar, por su habitación, que antes era tan minúscula y reducida que solo dejaba lugar para una angosta cama y ahora era enorme, extremadamente amplia.
Sin embargo, Gregorio miró espantado sus patas y se sintió asqueado al notar que poseía la facultad de mover y hacer bailar a su gusto lo que tardó en reconocer como sus antenas.
Se sentía sucio, asqueroso.
Siguió caminando, más horrorizado a medida que su mente, que Gregorio, se inmiscuía en ese cuerpo fláccido, y sus sentidos se fusionaban a su nuevo instinto, a su nueva realidad. Odiaba, sobre todo, el  asqueroso ruido, microscópico pero aturdidor, de sus patas contra el piso y el de sus antenas al moverse.
Mientras su sentido humano se iba despegando de a poco de él casi se podría decir que se estaba resignando. Pero no dejaba de ser Gregorio.
Trepó por la biblioteca, paseó entre los polvorientos volúmenes
Cuando ya era más insecto que persona sintió que algo en su interior le gritaba, le decía "¡Gregorio!", lo llamaba, lo tomaba del caparazón y lo sacudía.
Sus antenas se movieron, él se quedó quieto, y sintió como si un imán lo despegara de ahí, y, como llevado por un impulso repentino, llegó al lugar donde -gracias al piso de mosaico- reconoció como la cocina.
Y allí estaba, en una esquina, lo que le gritaba a Gregorio: un terrón de azúcar.
Y así estuvo divagando toda la tarde, vida de insecto, qué se le va a hacer. Y cuando llegó la noche casi pensó que al final no estaba tan mal.