17 de mayo de 2019

Niñera para el gato


Una consigna del Taller fue escribir un cuento sobre uno o más gatos.
De esa consigna se desprendieron un montón de libros, que estuvimos compartiendo, y muchos textos, acá va uno de ellos...


Algunos lo trataban como otro más, ero ella pensaba distinto: le daba comida casera y le había hecho una réplica de su casa para él. Una hora al día se sentaba en el balcón y lo observaba como si fuese el propósito de su vida.
Los rumores la trataban como loca, como si fuera demasiado extraña para esa ciudad. Les parecía muy grande la obsesión, porque no todo e mundo pega carteles en los tachos de basura, en los parabrisas de los autos, en las paredes y hasta en las espaldas para encontrar a un niñera para su protegido.
Antes de que la demencia la invada por completo, unos señores la habían visitado con la excusa de una entrevista para observar si era una persona digna para “La Gran Súper Niñera de Felinos protegidos por gente educada”, ella no conocía a aquella organización pero se sorprendió y alegró al oír de qué trataba. Supuestamente, alguien capacitado iría a la casa del gato y se armaría una pequeña habitación desde donde, con binoculares, miraría al animal a cada segundo sin acercarse demasiado para no invadirlo; además le daría de comer, lo llevaría a dormir al horario que su dueña desee y le haría a mano juguetes de la mejor calidad dependiendo el gusto y preferencia. Uno de ellos dijo que era psicólogo experto en esos casos, el otro era acompañante. Luego de varias preguntas relacionadas específicamente con el animal como “¿Cuántos pelos color castaño oscuro tiene en la pierna delantera izquierda?” o “¿Cuál de sus bigotes es el más largo?¿Y el más corto?” llegó el momento donde le pedía que detalle la razón de su amor por ellos, mientras el acompañante iba al baño. “Los gatos son… bueno… son gatos, que más decir. Son perfectos, maravillosos, sólo les importa disfrutar como más les gusta: durmiendo, comiendo, ronroneando… No están pendientes de políticas, robos, ni nada del mundo civilizado, ni siquiera les importa. Viven como hay que vivir, viven como tendríamos que vivir, viven viviendo cada momento, viven cumpliendo sus sueños gatunos y sin pensar en ayer o mañana, algún día me va a enseñar a vivir como debería haberlo hecho en el pasado”. El hombre que preguntaba se paró de golpe y fue a buscar a su compañero, pero ya era demasiado tarde.
Pasaron días, semanas, meses… Por la casa ya no se podía ni pasar. Si llegabas a entrar en una ocasión, no había duda de que fotos de su mascota estarían revoloteando a tu alrededor. En las ruinas de la casa del felino, entre pelos con olor a muerte, seguramente veías la lista de firmas para proceder con el asesinato del animal tirada en el suelo.
Su jefe, principal firma, no consiguió que volviera a trabajar. Sus familiares, que en su momento habían estado ansiosos por tomar la lapicera ye escribir su nombre en el papel, no pudieron probar nunca más las sobras de la comida del gato. La Gran Súper Niñera de Felinos protegidos por gente educada, que al fin había encontrado una animal a quien cuidar, tuvo que conformarse con el hecho de que su nombre había sido utilizado para dañar sentimentalmente a alguien. Los vecinos, que forman casi el noventa por ciento de las firmas, fueron los únicos que lograron lo que querían, lo que tanto envidiaban: la sonrisa de la pobre mujer.

4 comentarios:

  1. Me gustó mucho el relato sobre los gatos, que muestran un cariño especial por esos felinos. La ilustración es hermosa!

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  2. primó solo el deseo de proteger al gato que es en definitiva el protegernos los humanos, muy profundo.

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  3. María Inés: Muy lindo relato, en particular me gustó mucho la descripción de las características gatunas del "buen vivir".

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