19 de marzo de 2020

El hombre de verano

En este texto, la consigna era utilizar unos ingredientes determinados para su escritura: 
-Una reflexión sobre las estaciones del año.
-Un personaje de un mundo fantástico o imaginario
-Un personaje realista.
- La palabra "Codicia".
-Un personaje de otro cuento (en este caso "El 56")
-Un gato.
- 3 Palabras esdrújulas en oraciones consecutivas.
- Una escena al aire libre

Caminaba hacia la parada del colectivo, con el frío abrumador, verdaderamente insoportable... el invierno, sin duda, se destacaba por ello, pero me gustaba el frío. Sí, era una molestia a veces, pero una molestia agradable. Pero debo confesar que lo mejor de todo era ver a la gente sufrir, con abrigos inmensos, que a penas dejaban al descubierto la pupila del ojo. La verdad es que el primavera y el otoño no son muy importantes... están en épocas de fácil distracción, rodeadas del invierno y el verano. Tal vez se podrían definir como intermedias, pero el verano... el verano no tiene nada que admirar, en absoluto. Con el calor, llega un momento en donde ya no te podés sacar más capas de ropa, pero con el frío siempre te podés agregar un buso o una campera más. Muchos dicen que en esta estación, los elfos salen a tomar sol, los cíclopes recorren las calles empedradas y, con suerte, una sirena te acariciaba los pies en el fondo de la pileta. Pero yo no veía nada de eso, no veía seres asombrosos y, por lo tanto, no creía que existieran. Como alguna estación debía ser mi preferida, fue fácil aprender a querer el invierno.
La gente no estaba en la calle, las casas estaban cálidas como para salir. Pasó un colectivo, no era el mío sino el 56. Dentro, un hombre con aspecto desesperado corría por el pasillo vacío, atravesando los solitarios asientos... me pareció ver que no había conductor, pero seguramente era el cansancio, cuando me refregué lo ojos el vehículo ya estaba a una cuadra. Nunca me gustó esa línea, demasiado parecida al verano.
Cuando mi bus llegó subí con calma y, no sin antes pagar, recorrí con la vista para ver dónde sentarme. Tenía ganas de establecer una conversación con alguien que no fuera el conductor, pues este me pareció un gran amante de la primavera o el otoño y yo no quería a alguien normal ni intermedio, sino un invierno. Al fondo me pareció ver un candidato, así que no dudé ni un segundo.
- ¡Buenos días! ¡Agradable clima!
- Cómo la...¡Codicia!
- ¿Disculpe?
- Que el frío es... ¡Lluvia de gatos!
- Señor, ¿se encuentra bien?
- Sí, ¡Parabrisas melódico! La cámara...Usted... la cámara...¡Ayúdeme!
- Definitivamente tenía un verano delante de mis ojos, un verano que probablemente había llegado hasta allí montado en un pájaro de cristal. Me llamaron la atención sus expresiones,  por lo alocadas que fueran, sentía que había una relación entre... entre lo que le pasaba a ese hombre.
- ¿En qué quiere ayuda?
- Verá... me parece que no comprende... ¡Exquisitez! ¡Hada!
- Bueno... a lo mejor nos vemos de nuevo...- "no, por ninguna razón lo vería de nuevo" pensé, pero me tomó el brazo antes de que pudiera moverme.
- Verá, verá... si se va, no entenderá, ¡Órbita de Venus!
Me quería ir, por supuesto, pero me apretaba tan fuerte que pensé que podría aumentar el dolor si me resistía. Lo miré, pero no contesté. Me quedé quieto, inmovilizado... ¿qué era todo ello?
- Bien, pasó la prueba... ahora ¡Sapo! escúcheme bien: ¿podría entenderlo todo?
- Eh...
- ¡SHHH! Mañana, a la noche, acá ¡Indolencia!
 No era mi parada, pero cuando me soltó me bajé igual. No creía que iba a volver a ese lugar, pero de todas formas apunté la dirección y corrí a casa. La realidad es que no lo creía hasta que prendí la televisión: la película "Lluvia de gatos", los felinos caían en los autos con un sonido agradable... ¡Lluvia de gatos! ¡Parabrisas melódico! ¡Cámara! Tal vez no era nada, pero decidí ir a la cita de aquel hombre de verano.
Allí estaba, parado esperándome en el umbral de una casa. No saludó, no habló. Se acercó sigilosamente y me tapó la boca. Susurró algo que no llegué a oír. Tomó un guante de su bolsillo y me fregó la palma de la prenda por la cara y las manos. Se alejó. Giré y corrí.
BUM
Me di vuelta al oír un disparo. El hombre estaba tirado en el suelo, con las pupilas dilatadas, la vista perdida, el cabello grasoso y teñido de rojo. Seguí corriendo hasta mi casa. Cerré la puerta con todas las cerraduras de emergencia, y me senté en el sillón a mirar el techo. Pero mis ojos se desviaron rápidamente a una tarjeta junto al televisor.
"Sí, todo fue una distracción. ¡Brillantina! Hace años quise matar a alguien, pero tardé demasiado en debatir sobre ello y la víctima se me escapó de las manos ¡Aire acondicionado! Hoy, vine a buscar venganza. Me di cuenta que lo peor no es la muerte, así que te espera algo peor... hombre de invierno..."
Resultó ser que a la mañana siguiente la policía vino a buscarme. Me habían visto correr cerca de aquel lugar y mis huellas estaban en el cadáver y en la pistola. De mano a guante, de guante a arma.
Me acusaron de homicidio, no intenté defenderme: el juez era un otoño. Y, para colmo, mi compañero de celda era un primavera.Sin embargo intentó ayudarme a resolver el misterio... ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Acaso tenían relación las palabras que se salían de lugar? ¿Y la película? Muchas incógnitas, la única solución que se nos ocurrió fue desconfiar de la cordura del hombre y que no tendría que haberle seguido la corriente. Pero luego dejamos simplemente de hablar de eso. Cerramos el caso con la locura de aquel hombre de verano.
Una vez, vi en la esquina de la celda, bajo el aire acondicionado que alguna vez funcionó, algo que me llamó la atención. Un hada cubierta de brillantina, codiciosa, exquisita, con un vestido de un gatito en la órbita de Venus. Me acerqué más, estaba actuando en una filmación y lo que parecía un sapo sostenía la cámara...
Tal vez, debería empezar a ser un hombre de verano.

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