Jugamos con las cartas de "Contame", tratando de utilizar los verbos "sacudir, volver, susurrar, amar, salir, leer, gritar, traer, invertir, bostezar, merecer, invadir, borrar, correr, morir"
Corrió tan rápido como esa misma tarde había leído aquel cuento de la abuela. La sacudió, la pequeña muñeca idéntica a ella se moría de a poco, el fuego la había invadido. La sacudió de nuevo. Se le habían invertido los lentes, se le había salido un ojo de vidrio, bastante celeste y suficientemente plateado. Volvería, aunque luego quisiera borrar esa sensación de invadir el fuego. Y volvió. El pedazo de trapo no merecía morir quemado, menos aún sin su ojo. Le susurró que saldría con vida, bostezó e invadió la masa de humo, luego una aire cada vez más caliente. Sacudió sus manos... ¿se moría?
Allá. En el núcleo del fuego. Un destello. Algo brillante. Bastante celeste y suficientemente plateado.
¿Moriría por la muñeca? La invadió de nuevo la masa de humo. Se borraban las imágenes, se borraba la vida de sus ojos, por aquel vidrio. Hasta que, el fuego la borró por completo.
Un grito. Nadie salió.
Otro grito. ¿Quién gritaría tan tarde?
Un joven de unos cortos pero no tantos años. Corrió hacia un grito desfigurado, corrió hacia ella.
Cenizas. Y nada, nada más. Sólo el destello de una pieza del tamaño de un nuez.
La muñeca, inmóvil, apoyada junto en un árbol junto a las cenizas. Traía los lentes invertidos.
El viento le susurró al joven que le trajera el vidrio.
Entonces, repleto de polvo, de un polvo con significado, de un polvo con sentimientos. Repleto de cenizas, de cenizas de ella.
Le corrió los anteojos, finalizando la tarea que el viento le había susurrado.
El brillo del ojo invadió el espacio.
Bastante celeste y suficientemente plateado.
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