17 de agosto de 2020

Textos de Sebi 


—¡Andá, boludo! Che, cheto —dijo Ernesto Fetachino, gordo hombre indagando —Jodéme, koala, lagarto, monstruo, neandertal, ñoqui.

Oportunamente, Pedrito, que ranchaba severamente, tuvo últimas valoraciones.

—¡Xenófogo!

Y zafó.

 

Una suerte de casualidades

“¡Abracadabra! ¡Benevolente carne chiquita! ¡Déme equivalente ferocidad! ¡Goma hace igual jabalí!”. Kaplincoff largamente musitó. Ningún ñandú-ogro pudo quedarse. Raramente serpientes tiritaron. Últimamente Victor-Xilófono yació zanahoria.

 

(Abecedario alrevez)

Zamba y xilofón. Viento ultramarino. Tiburón sorprendido. Raramente quisiéramos pensar: “oh ñoños… no. Mañana lloraré, lo kétchup jamás imitará”. Hacer groserías forzadas, eligiendo decididamente chanchos, cambia buenas acciones.

 

¡Zaz! ¿Y, xenófogos? ¿Ven utopías troscas? ¿Siempre raptan quehaceres? Por oportunismo, ñeri. Nunca más llamen, loco. Kenia, Jamaica, Indonesia, hacia Groenlandia francamente están destinados.

Chelos cantaron buenos atardeceres.

 

Migración de zombis

Zombis yéndonos. Ximena, venite. ¡Úrsula, también! Sepan retomar. ¿Qué? ¿Por obediencia? Ñonos. No mientan; llorarán lamentablemente. Kilómetros juran indagar hacia “Gurumba”, fiel estancia dominante. Che, Camilo. Bua. ¡Andémos!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario