Que cada vez que toquen el timbre la gente desee que no seas vos el visitante, y cada vez que lo seas que te digan desde adentro de su casa que no pueden atenderte porque están manejando.
Que tu garganta se convierta en una tubería de baño oxidada y provoque en tu boca un ardor que quemase tu lengua hasta el punto de alterar tus papilas gustativas para que todo lo que ingieras por el resto de tu vida te sepa a la comida más deliciosa que te pudieras imaginar, pero la comerás tanto que tu asco por ella llegará a rebalsar aún más que tu cabeza de mayonesa escurrida por demás.
Que en tus ojos nazcan dos perlas blancas para que el precio de tu cabeza sea mayor que la cantidad de gritos que pegarás cada vez que te topes con todas las personas que te busquen. Que repartan carteles con tu nombre y que en la foto de los panfletos hayas salido mal.
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