Al
final no eras más que un cubo de azúcar que sabe a brócoli.
Al
final no eras más que una cabeza de megáfono.
Al
final no eras más que una colilla de cigarrillo usada.
¡Que
sea la última vez que te comés una milanesa de carne humana!
¡Que
sea la última vez que te hagas pasar por camello y te comas los cactus de un
tirón!
¡Que
sea la última vez que tus brazos salen volando hacia la Antártida, porque no te
pienso comprar otros!
Te
estás pasando de veneno puro, andá a diluirte con agua, cabeza de axolote en
peligro de extinsión.
Te
estás pasando de silla con pinchos de hierro y madera podrida, que atrae tantos
insectos que no te dejan ver el sol.
Te
estás pasando de pelota de rugby.
¡Dejá
de hacerte el condimento para sanguichitos de lombrices!
¡Dejá
de hacerte el parlante de colegio en un acto de primer grado, en el que todas
las familias oyen esa música cuya terrible composición arruina,
irreversiblemente, los oídos de toda una población, pues ellos la cantarán y a
oídos de otros va a llegar!
¡Dejá
de hacerte el gato, que ni los tejados te quieren!
Dicen
en el barrio que estás hecho un poste de luz con el vidrio roto, la bombilla
llena de larvas y el negro del poste gastado por la lluvia y lleno de stickers
que pegan los chicos al salir de las escuelas, y grafitis que hacen los
vándalos al salir de las cárceles, y marrón, que pintan los narcotraficantes
para identificar el lugar de su venta.
Tenés
olor al shampú viejo de la casa que nadie quiere usar, que lo dejan por pena,
por el cariño que le tienen al viejo diseño, roto, húmedo, mojado, pero a la
vez les da tanta rabia, que lo tirarían al piso hasta que explote y su plástico
quede destruido en el piso, llorando.
Te
portaste como una piedra aburrida, que a nadie le importa porque no hace nada,
pero sigue ahí queta, estorbando el camino de todas las personas con las que se
cruza.
Diálogo:
—¡Sos
un jabalí lleno de mostaza en la cara!
—¡Y
vos sos un castillo mal construído!
—¡Tenés
olor a ñoquis de papa que saben a brócoli!
—¡Andá!
¡Pedazo de milanesa de humano!
—¡Cabeza
de megáfono, tulipán seco, zorrino con buen olor!
—¡Tenés
una peluca con más pelo que el oso más peludo de Sudamérica!
—¡Sos
un almacén de frutos secos!
—¡Vos
sos un almacén de frutos secos, que cerró hace años porque nadie le compra y sus
productos están todos vencidos!
—¡Mis
productos estarán vencidos, pero al menos no soy una babosa maloliente como
vos!
—¡Seré
una babosa maloliente, pero al menos no tengo la casa llena de larvas que se
comen mis prendas de ropa favoritas!
—¡Las
larvas son mejores que los ratones que tenés en tu habitación!
—¡Los
ratones al menos leen en tranquilidad, y no rompen los cuadros de la casa, como
hacen tus diez gatos, que no paran de maullar y exigirte comida!
—¡Mejor
gatos que alfombras cuyo hedor hace vomitar al que se acerca al menos cuatro
kilómetros a la redonda!
—…
—Ay
no, ¿estás bien? Perdón, no quise ofender.
Diálogo
2:
—Buenas
tarde, señor Gonazales.
—Buenas
tardes, señor Fernandez.
—¿Cómo
anda usted el día de hoy?
—¿No
le resulta inoportuna esa pregunta hacia mi persona, sabiendo lo ocurrido
recientemente?
—Justamente,
quería preguntarle esto por lo ocurrido recientemente.
—No
moleste, ¿quiere?
—¿Por
qué no nos calmamos, que acabamos de llegar al bar?
—¿Acaso
me ve alterado? Lamento mucho lo que voy a decirle, pero tendrá que retirar lo
dicho porque no me encuentro nada alterado. De hecho, usted es el que está
alterado.
—No
tengo ánimos de ofenderlo, Gonzales, pero el que debería tomar un
tranquilizante aquí es usted.
—Sabe
lo que pasa, Fernández, he olvidado el tranquilizante en tu casa, ya que el
desorden que hay allí es tan grande que las moscas lo usan para esconderse.
—Mire,
las moscas estarán escondidas bajo mis prendas de ropa, pero en su casa el
hedor a cáscara de banana evidencia una clara falta de interés por la vida de
sus niños.
—Si me
permite decirlo, es usted la larva cuyo hedor se huele a la distancia.
—¡Un
atleta en otro continente podría oler su hedor!
—¡Al
menos no tengo cara de pastel podrido para niños, al menos no le quiero
arruinar el día a los niños que cumplen años, Fernandez!
—¡Tendré
cara de pastel podrido, pero eso es porque tú me has cocinado, Gonzales! ¡Tus
platillos son más horrorosos que los osos muerto que casé la navidad pasada en
África!
—¡Váyase
al pueblo de las personas muertas, le paso la dirección, con su permiso! ¡A la
derecha de la colina cuyos árboles están muertos! ¡Ah, es verdad, su casa queda
ahí, ya sabe orientarse, lamento mucho mi impertinencia!
—¡La
baba de mi gato será el arma con la que lo asesinaré, Gonzales, me obliga a
usar al pobre inocente animal para destruir a la liendre más despeinada y sucia
del mundo, cuya familia se alejó de ella porque infectaba todo lo que tocaba
con mayonesa fermentada! ¡Esa liendre eres tú!
—¡Seré
una liendre, pero al menos no soy un elefante obeso que se pone en el medio de
la autopista, evitando el paso de los autos y generando un escándalo porque no
le basta con ser visto por su tamaño!
—¡Cara
de ajo!
—¡Piernas
de vampiro!
—¡Ojo
de leopardo siendo comido!
—¡Brujo
asesino de bebés, maldito bagre ensangrentado!
—¡Termo
mal lavado!
—¡Cabeza
de castor, cactus sin espinas, muñeco de nieve hecho con arena!
—¡Lo
lamento, buzo marino cuyo tanque de oxígeno no anda, pero es tan cabeza con
cáscara de maníes, que sigue nadando igual, pero voy a retirarme!
—¡Ah!
¡Eso es porque usted no aguanta lo puerta rota con canela que es, que no sirve
ni para dejar pasar a nadie!
—¡He
dicho que me voy, hamburguesa envenenada, sandía seca!
—¡Bien,
he dicho que no me importa, personaje de dibujos animados que se le cayeron los
dientes por tantos mascar piedras!
—¡Bien!
—¡Bien!
—…
—…
Textos por Sebi.
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