“No hay
dos sin tres”, decía todo el mundo. Cuando veían caminar de la mano a Dos con
Tres, acotaban: “Ay Dos… ¿cómo podrías existir sin Tres?”. Pero pasaron los
años y Tres murió. Fue atropellado por Setenta Y Uno (quien no tenía buena
fama) en la Avenida Decimal.
Setenta Y
Uno fue a juicio y declaró: “¡Nadie me considera! Sólo sirvo para unas pocas
cuentas de matemáticas…”. Sin embargo, el pobrecito no sirvió ni para dar pena,
porque el juez que le había tocado era Nueve Mil Doscientos Cuarenta Y Cinco
Tercios, así que no hubo más para hablar. Setenta Y Uno tuvo Cadena Infinita.
Por otro
lado, Trece, que había salido a dar una vuelta en su nuevo auto, vió frenar de
golpe la camioneta de Setenta Y Uno que había atropellado a Tres, y giró
precipitadamente. ¡Qué mala suerte tuvo Trece! Chocó con el gran anciano
Infinito que justo pasaba por ahí y lo partió a la mitad. ¿Qué harían ahora con
Infinito? ¿Se contaría Mitad de Infinito Izquierda Más Mitad de Infinito
Derecha? ¡Cuánto trabajo extra sería para los Más! ¡Y cómo se reirían de ellos los
Menos! Finalmente se decidió llamar a la parte izquierda como: “Menos Infinito”
y a la derecha como: “Más Infinito”, para que Más y Menos no pelearan. A Trece
lo condenaron a ejecución, pero el corte salió mal y no lo mató, por lo que fue
enviado directo al hospital. Todavía se está viendo qué hacer con Trece…
“¿Y qué pasó con dos?”, se preguntaban los
números. “¿Habrá muerto?”, decía el atrevido de Cinco, o el loco de Raíz
Cuadrada De Dos. La realidad era que no: Dos estaba completamente vivo. Pero…
¿dónde estaba? Nadie podía encontrar su ubicación, pero los influencers Diez, a
quien todos adoraban por lo simple y perfecto que era y Uno Coma Ciento Uno, quien
era un actor muy popular (protagonista de la película de acción: ¡Vamos Uno Coma Ciento Uno, mátalos a todos!)
subieron fotos a las redes sociales en las que se veía a Dos con un manto negro
en la cara. Se estaba escondiendo.
La
controversia causó un enorme descontrol en el país. Los Cuarentas, tan rebeldes
como siempre, dejaron de trabajar exigiendo que se encuentre y se elimine a
Dos, porque no podía haber Dos sin Tres. Los más tranquilos, los Cincuentas
(además de haber perdido la cuenta de hace cuánto tiempo no aparecía Dos), exclamaron
que tal vez podía haber una modificación a la regla, y que pueda existir Dos
sin Tres. El misterioso Siete, predijo que se acercaba una gran catástrofe,
pero que se podía evitar y, como es Natural (y da suerte), muchos le creyeron. Los
números Negativos, estaban especialmente de mal humor ya que hasta los Iguales
(que les daba todo igual) estaban hablando de Dos. La cuestión concluyó con el
discurso del presidente Pi (3,14159…).
“Se
realiza una orden de captura y ejecución inmediata a número Dos. Quien traiga
su sucia cabeza de flamenco a mi despacho, recibirá Un Millón (los Millones se
sintieron un poco ofendidos) de alimentos, además de Un (al Uno le dio igual
ser mencionado, ya que siempre lo nombraban) tobogán de agua instalable en las
casas”. La parte del tobogán de agua cautivó a los juguetones Ochocientos. Pi,
serio e inflexible como siempre, se puso a hablar de tecnicismos que no eran
necesarios de explicar, pero que duraron hasta el alba del día siguiente. Es
que Pi, como lo muestra su Infinita cantidad de sus números, no terminaba más.
Un mes
después apareció Dos, junto a los fuertes Miles, todos armados hasta los huesos
en el despacho del presidente. Cuando Pi oyó el golpe en su puerta, creyó que
tenían la cabeza de Dos y, muy felizmente, fue a abrir. La sorpresa que se
llevó casi lo mata de un susto, pero eso habría sido terrible porque barrer tal
cantidad de números era tarea para años. Dos y su Milenario ejército, sacaron
los dispositivos con los que Pi pudiera comunicarse con el exterior y lo ataron
en su despacho con sogas que resistían cualquier número (no había espacio para
nadie más, así que anudar las sogas no fue fácil). Dos había hecho un golpe de
estado, y lo estaba a punto de anunciar.
Los guardias
eran Quinientos y llevaban lentes negros que los hacían parecer de la película:
¡Vamos Uno Coma Ciento Uno, mátalos a
todos! Pero cuando intentaron comunicarse con Pi para recibir órdenes,
nadie respondió. Así que sólo pudieron rendirse ante Dos y los Miles. Dos
organizó una oratoria y habló ante todos los números del País de los Números:
“Todos pensaban:
‘no hay Dos sin Tres’. Pero aquí estoy. Cuando Tres murió, sabía que si yo no
moría, me matarían. Fue muy dura la muerte de Tres, y nos duele a todos. Pero
resistí y, contra todas las probabilidades de cualquier número Real, Racional,
Entero, Natural e incluso Irracional (¡qué difícil era hablar con ellos!), sobreviví.
Ahora hay Dos sin Tres”.
Bajo ese
lema reinó el imperio de Dos. Pero había un problema: salía segundo en todo. Y
eso lo llevó a perder La Gran Guerra Contra Las Letras. Y los números quedaron
olvidados. Sólo Puntos y Comas sobrevivieron, ya que nadie entendió si eran
letras o números.
Miles de
años más tarde, en contra de todas las posibilidades, un pequeño Uno nació del
vientre de H, que había huido de las represiones del imperio del rey J. Ella
decidió cuidar de él. Y la rueda volvió a contar.
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