3 de junio de 2020

Viaje calculado, o eso creíamos

    Luz de sol era lo que menos había ese día en la playa. Mi familia y yo habíamos estado planeando este viaje desde hacía meses. Teníamos los pasajes pegados con un imán de la heladera. Nuestro plan era tomar un avión al Caribe, después íbamos a quedarnos en un venerable hotel de cinco estrellas. Incluso habíamos elegido una semana en la que hubiera la menor posibilidad de lluvia. Ya teníamos los pasajes, la reserva de hotel y las valijas. Todo era increíble hasta que la aerolínea con la que viajábamos quebró. Por suerte teníamos pasajes extras por las dudas. Entonces fuimos al aeropuerto, cuando llegamos dejamos las valijas, pasamos la aduana y fuimos a comer algo. Mientras comíamos nos dimos cuenta de que los pasajes estaban en las valijas que dejamos. Tratamos de volver, pero las valijas ya estaban en el avión. Entonces lo único que podíamos hacer era comprar nuevos pasajes. Por suerte había pasajes libres, aunque estuvieran dispersos por todo el avión. Los imprimimos en un estudio artístico que había en el aeropuerto. Se terminaron de imprimir justo antes de que el avión cerrara las puertas. Corrimos por los pasillos y, por suerte, llegamos. Pudimos entrar, el vuelo fue bastante largo. Cuando llegamos, pudimos agarrar las valijas e ir al hotel. Llegamos al hotel y fuimos a la playa, cuando llegamos, empezó a llover.

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